Praga gris o la gris Praga
Malina [@] [www]

Alguna vez te has preguntado a dónde van las almas cuando se pierden?

Pues te lo voy a contar… Se quedan enganchadas en la bruma otoñal de Praga.
Seguramente sea en el puente de Karlovy Vary, en alguna de esas estatuas negras de hollín y melancolías centenarias. O quizás en alguno de los puestitos de pequeñas artesanías locales que lo invaden o en la música que se le escapa al saxo de ese hombre de los ojos cerrados.

Quizás hayan quedado encerradas en la torre solitaria que precede al puente o hayan escapado curiosas al castillo Kafkiano que reina sobre la colina al otro lado del río.

No se exactamente en que parte de la ciudad se encuentren, pero lo que si sé con seguridad es que están allí. Las puedes sentir jugar con tus cabellos susurrándote cuentos inverosímiles en el viento tenue. Las puedes adivinar en las nubes que se cierran en el cielo, gobernando la ciudad a partir del otoño durante todo el invierno. Y si cierras los ojos mientras visitas el barrio de los alquimistas, al pie del castillo, seguro escuches su risa tenue repercutir en los túneles de las diminutas viviendas.

A veces creo que mi doppelgänger debe estar allí.
Dibujando con acuarelas, en gris Praga a la bella. Danzando en el teatro negro cuentos maravillosos y dejando al reloj Astronómico regir el hilo de su vida. Quizás no sea ni siquiera mi doble, sino simplemente un trozo de mi alma que ha quedado allí enrollada en la bruma, eterna y melancólica. O quizás sólo sea tu recuerdo que me ha atrapado distraída, pensándote allí… mío. Soñando tus labios devorarme entera, perdiéndome y encontrándome en tí. Libre y prisionera de tus ansias. El recuerdo de tu aroma, me invade como el de éste otoño glorioso en Praga… y sólo puedo lamentar que sea una estación tan corta. El invierno llegará pronto, cubriendo todo de un inmaculado y silencioso blanco. Y a mí sólo me resta desear, que tu alma también quede algún día enredada en la bruma de Praga.

 

 

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