Carta a su majestad
Silent [@] [www]

Diametralmente opuesto al sistema de pesos y medidas, con un escarnio a cuestas cada vez que celebro, imploro a Su Majestad tenga a bien recibir ésta. Mi nombre es Pedro de la Cerna, súbdito de la Villa del Martirio, a siete leguas de la ciudad en la que fui bautizado. Para que sepa que sé de las cosas que sé y no despache la presente al bote de la basura, doy fe de que guardo memoria de un celeste invierno, de un perro perdido en mitad de la noche y aun de mis pasos que ahora desandan sus diez dedos con la esperanza de tocar la puerta del Palacio Real aunque sea con uno. ¡El Palacio Real! Francisco de la Rueda jamás pensó la noche en que colocó la última losa qué mágnifica presencia allí habitaría. Recuerdo las imágenes de la televisión hurgando los mármoles, los clousap a los delicados alféizares, los baldosines que reflejaban la hermosa cabellera de Nuestra Señora dominando los vitrós a ambos costados del salón principal. ¡Qué onda! ¡Tan lejos de los dominios celestiales, tan cerca de la carne y la ambición!. Pero se pasa, es decir, están los cines, los cabarés y los bares donde todavía se encuentra felicidad por pocos doblones. Ayer sin ir más lejos -y digo ayer para que vea cómo pasan los días- conversé toda la noche con Francisca. Luego tomamos el tren de las 4 AM y fuimos a mi departamento a buscar dos cañas de pescar. Un cuarto para las cinco lanzamos las carnadas y a las seis veinticinco guardamos nuestros implementos deportivos para tomar el tren de las siete cuarenta y cinco. Al llegar al departamento lloramos de felicidad. ¡Habíamos pescado 17 pejerreyes! Fue entonces que me acordé de Su Majestad. Para que no crea que ésta mi relación no es más que una suma de falsedades como muchas que desde otros reinos y tiempos enviaron súbditos dominados por la fiebre de lo que ahora se ha dado en llamar ficción, adjunto video en el que aparezco vertiendo verdaderas lágrimas mientras Francisca cocina siete de los diecisiete pejerreyes.

Dios guarde a Vuestra Merced.

 

 

Faro

Puente

Torre

Zeppelín

Rastreador

Nuevos

Arquitectos

Francisca cocina