El Ayllu inca y el calpul mexica: similitudes y diferencias
en dos formas de organización social prehispánica
Este trabajo fue presentado como ponencia en el Primer Encuentro de Culturas Andinas realizado en la bella ciudad de Mendoza, Argentina, del 28 de febrero al 3 de marzo de 1989. Desde ese entonces he podido conocer un poco más acerca de este tema, en particular de los ayllus andinos, a través de las lecturas de excelentes autores como Luis Millones, Virgilio Roel Pineda y Julio Cáceres Macedo, o de Federico Fernández Christlieb y Ángel Julián García Zambrano para los altépetl y calpul mesoamericanos.
Este escrito pretende señalar los principales rasgos que caracterizaron a los dos sistemas más importantes de posesión comunitaria de la tierra antes de la llegada de los conquistadores españoles, el ayllu inca y el calpul azteca o mexica.
Si bien los estudios que se han realizado hasta la fecha poco esclarecen acerca de la relación entre las dos civilizaciones (mexica-inca), es muy probable pensar que pudo existir algún tipo de intercambio cultural y comercial. No se puede hablar de un “aislamiento cultural”, a pesar de que ambos pueblos tomaban como “centro del mundo” al Anáhuac mexica o al Cusco andino respectivamente. En este sentido, no me parece desacertado describir a ambos sistemas de posesión comunitaria de la tierra para poder, así, marcar las similitudes y diferencias que pudiesen existir.
I. El ayllu/ayllú La existencia del ayllu se remonta a la época de los grandes cultivos en la cual los tiwanacotas, al pasar de cazadores-recolectores a cultivadores, empiezan a depender para su subsistencia de la tierra que trabajan. Los clanes conservan el trabajo en común y el régimen de propiedad de la tierra adopta la forma de un derecho colectivo que se conoce con el nombre de ayllu, nombre quechua, o hatta en aymara.
El ayllu es, entonces, “un grupo humano unido por vínculos de sangre, asentado en la tierra que la posee y trabaja en común y cuyos miembros se dividen, por igual, el fruto de su esfuerzo”.[1] Por su parte, Mario a. Puga sostiene que “el ayllu evolucionó desde un matriarcado primitivo puro, seguido de formas patriarcales con las que después coexiste el primer sistema, hacia formas secundarias o derivadas y complejas que resultaron de la combinación de ambos sistemas primarios”.[2]
Ya entre los incas se presenta el sistema patriarcal puro siguiendo la filiación paterna, aunque mantiene el apellido de la madre para toda la descendencia y el apu del varón será adorado en el mismo rango que el apu de la madre como dios doméstico. Otro rasgo importante es la presencia del matrimonio exogámico, aunque existen versiones de algunos incas como Tupac Yupanqui, Huayna Capac y Manco Capac que recurrieron al incesto para preservar la sagrada pureza de su sangre.
El totemismo es propio de los ayllus patriarcales, en este caso se refuerzan los vínculos con los elementos clánicos. El tótem es considerado el origen de su agrupación y un personaje mítico, mágico, religioso que protegerá y dará unidad al grupo.
El desarrollo del ayllu permite en el siglo XI a los incas iniciar su marcha unificadora para la consolidación de su imperio posteriormente. El ayllu más importante para la gestación y continuidad del imperio inca-quechua, el Tahuantinsuyo[3], fue el de los ayares o incas. Su dios totémico era Inti, el Sol, aunque más adelante será incorporado el culto a Viracocha de suma importancia entre las capas sociales dominantes. Manco Capac, probablemente de origen aymara, y Mama Ocllo, su hermana y esposa, inician la tradición de los trece Sapa-Incas de Cusco.
El Cusco[4]
Sin embargo, para este momento, la dominación incásica sobrepone a los ayllus un estamento aristocrático dominante, mismo que logró organizar la producción de tal forma que dos terceras partes de la misma eran apropiadas por este grupo. La aristocracia cusqueña no sólo alteró la distribución de la producción en su provecho, sino también se apropió de los rebaños, las aguas, los bosques y los pastos, junto con todos los minerales. Esto último era considerado provechoso ya que evitaba, supuestamente, el enfrentamiento entre ayllus que buscaban hacerse de pastos o agua. Con la nueva distribución se satisfarán las necesidades de todos los ayllus del Tahuantinsuyo. El Sapa Inca es el hijo del Sol, el señor de todo el imperio quechua, le siguen en importancia la aristocracia cusqueña, el ejército y los artesanos; pero quienes realmente llaman la atención por el papel que desempeñan en la sociedad inca son los hatunrunas. Éstos constituían la masa campesina y no procedían de ayllus constituidos por descendientes de los Sapa Inca. Eran quienes trabajaban la aynoka (tierra para la siembra) que se dividía en tres partes, mientras que otra, la pharalaya, era dejada en barbecho. Una parte correspondía al culto y servía también para la manutención de viudas, huérfanos e inhábiles (discapacitados); otra pertenecía al Inca y servía para sostener a la nobleza (Orejones) y al ejército. La tercera parte “era destinada al consumo de los productores y dividida entre los miembros del ayllu (…) Un sistema de ayuda mutua, la minka, contribuía a que la distinta capacidad en el trabajo no se tradujera en una diferencia grave en lo producido y percibido por cada cual”.[5]
Se supone la existencia del ayllu urbano, es decir, ciudades divididas en barrios, correspondiendo cada uno a un ayllu comarcano. Esta separación coincide con la especialización del trabajo, teniendo cada ayllu un oficio distinto. Las ciudades serían un conjunto de ayllus especializados en los varios oficios necesarios para la vida de ese entonces.
II. El calpulli/calpul Éste es la unidad territorial y administrativa en las ciudades del imperio mexica. Dicho imperio estaba conformado, a su vez, por tres grandes huey altépetl (grandes señoríos), a saber, México, Texcoco y Tacuba. La ciudad estado, el altépetl[6], al que los españoles llamaron pueblo, es la unidad política fundamental, ya sea como capital de un reino o uno de los señoríos componentes. Una ciudad comprendía siempre varios calpules. Tenochtitlan estaba dividida en cuatro partes, las parcialidades llamadas campan:
La ciudad se dividía en cuatro campan o parcialidades orientadas de acuerdo con los rumbos cardinales. Éste era el ámbito en el que se desarrollaban las actividades cotidianas de los moradores de la ciudad. En el sureste se encontraba Teopan; Moyotlan, en el suroeste; Cuepopan, en el noroeste, y Atzacualco, en el noreste. A su vez, cada una de estas parcialidades tenía un núcleo dedicado a sus deidades particulares, el teocalli (templo), el tecpan (palacio) y el tianguis (mercado).[7]
México-Tenochtitlan, Códice Mendoza[8]
Pedro Carrasco sostiene que en náhuatl la palabra calpolli (calpulli) denota los segmentos en que se subdividía la sociedad en sus distintos niveles de organización territorial y que se ha discutido también hasta qué punto podrían ser unidades basadas en el parentesco. En este sentido, nos dice este autor:
Los calpules eran subdivisiones político-territoriales que funcionaban como unidades corporativas en distintos aspectos –económicos, administrativos, militares y ceremoniales- de la organización social. El carácter corporativo se manifiesta muy principalmente en los derechos colectivos a la tierra y en la obligación colectiva de desempeñar ciertas funciones sociales. La palabra calpolli se usaba también para la casa o templo donde tenían lugar las actividades comunes del grupo.[9]
No se puede asegurar que el calpulli fuese un clan, pero sí hablar de linaje entre los nobles (no había exogamia patrilineal, era más bien endógamo). A pesar de dominar la conexión por vía de varón, se tomaba también en cuenta la filiación materna.
El problema para entender el término calpulli deriva, a su vez, de que éste se aplicaba a subdivisiones sociales de distinto tamaño, desde una aldea o barrio de unas pocas familias a las llamadas tribus nahuatlacas como la mexica o la chalca. El término calpulli es usado indistintamente por los historiadores y cronistas en sus fuentes sobre los mexicas como sinónimo de estado, distrito, municipio, pueblo y barrio, es por eso que se complica su estudio semántico. El calpulli era una subdivisión social que generalmente estaba vinculada con una zona residencial o barrio y que controlaba ciertas tierras para el uso común o individual de sus miembros. Era una unidad corporativa. No sólo poseía la tierra, sino que era la unidad responsable para el pago de tributos y servicios personales.
En la división del trabajo era común que los artesanos tuvieran sus barrios determinados. Los calpuleques o jefes de calpulli representaban a los mismos en los tribunales. Los escuadrones del ejército estaban compuestos por gente de un mismo barrio y llevaban sus banderas que los distinguían en la batalla. Las casas de solteros o Telpochcalli estaban ubicadas en los distintos barrios, y el Calmecac o colegio sacerdotal estaba relacionado con los calpullis originales. Los barrios tenían sus dioses tutelares y sus templos, sus moradores se ocupaban del culto de aquéllos y de la participación del calpulli en los celebraciones religiosas generales. Los calpullis eran, asimismo, comunidades “en posesión de la tierra” desde el tiempo en que la habían ocupado al establecerse en la región. Por su parte, Luis Reyes García sostuvo que los conceptos tlaxilacalli y tlayacatl son sinónimos de calpulli sólo en el sentido de territorio o lugar de residencia y desechó la idea de que tlaxilacalli fuera una subdivisión de calpulli ya que éste contenía un sentido más de relaciones étnicas que de territorio.[10]
III. El ayllu y el calpulli, formas de organización social y relaciones comunitarias que son parte de la herencia cultural de los pueblos originarios de América Latina Los descendientes de las comunidades indígenas y los mestizos latinoamericanos, específicamente los campesinos, han heredado la presencia del ayllu andino y, de alguna manera, del calpulli mexica mesoamericano. Tanto en el Altiplano Central Mexicano y las áreas conquistadas por los mexicas como en todo el imperio inca, el Tahuantinsuyo, el sistema comunal del calpulli y el ayllu se impusieron, con mayor o menor grado de importancia, de forma tal que durante la colonia sufrieron transformaciones mas no desaparecieron.
El desarrollo de la hacienda capitalista y los mecanismos cada vez más complicados para la explotación de los campesinos e indígenas no lograron romper la organización interna de los mismos. En el caso mexicano se dejó de utilizar el término calpulli, pero se sigue considerando al barrio y a la tierra comunal como un mecanismo de identidad y defensa frente al extraño. En el área andina sí se sigue empleando este término entre los indígenas de habla quechua y entre los hablantes de idioma aymara, en el cual se dice hatta. Específicamente se relaciona con la comunidad, los ancestros, el linaje, la tierra.
Las reformas agrarias que se practican a la fecha en los países latinoamericanos, la legislación de la tenencia de la tierra, la privatización del ejido en México posibilitada por los cambios en el artículo 27 constitucional realizado durante el Salinato, todo en conjunto saca a la luz documentos coloniales de títulos de propiedad. Pero más importante que cualquier papel es el sentimiento de pertenecer a un lugar, a una comunidad, a la tierra que se trabaja y que prevalece a pesar de la migración rural en busca de mejores oportunidades.
[1] José Fellmann Velarde, Los imperios andinos, Bolivia, Editorial Juventud, 1977, p. 37. [2] Mario A. Puga I., “El ayllú: su naturaleza y régimen económico social” en América Indígena, Vol. X, N° 4, México, D.F., 1950, p. 284. [3] Tawantinsuyu, “imperio inca” de los cuatro rumbos: Chinchasuyu, Condesuyo, Antisuyo y Collasuyo. [4] http://www.portalinca.com/politica/ (Consulta 9 de diciembre de 2012). [5] José Fellmann Velarde, op. cit., p. 108. [6] Sobre el altépetl véase: Federico Fernández Christlieb y Ángel Julián García Zambrano (coordinadores), Territorialidad y paisaje en el altepetl del siglo XVI, México, FCE-IG-UNAM, 2006. [7] En cada uno de los campan se contaban hasta cinco calpulli, es decir, un total de veinte para toda la ciudad. Esos calpulli estaban divididos en calles o tlaxilacalli http://www.palacionacional.gob.mx/visita-informativa/prehispanico/vida-cotidiana/53-la-ciudad-de-mexico-tenochtitlan.html (Consulta 8 de diciembre de 2012). [8] Códice Mendoza en Fernando Benítez, Historia de la Ciudad de México, Tomo I, “Tenochtitlan”, España, Salvat Mexicana de Ediciones, 1984, p. 2. [9] Pedro Carrasco, “Cultura y sociedad en el México antiguo”, Historia General de México, Versión 2000, COLMEX, México, p. 169. [10] Norma Angélica Castillo Palma y Francisco González-Hermosillo Adams, “Luis Reyes García, 1935-2004”, Signos Históricos, N° 11, México, UAM-Iztapalapa, enero-junio, 2004, p. 155. [11] El Cápac Chimú (Señor de los chimúes) era reconocido en la elite del ejército imperial del Tahuantinsuyo. Los incas tuvieron un alto reconocimiento de los chimúes, conformadores de un gran pueblo guerrero, que después de vencerlos, en la segunda mitad del siglo XV, los incorporaron a su ejército. Cfr. Geoffrey W. Conrad y Arthur A. Demarest, Religión e imperio, CNCA/Alianza editorial mexicana, México, 1990. [12] En el área andina, las acllas, las jóvenes elegidas de los ayllus para radicar en los acllahuasi (casas de las acllas), también se hacían cargo de los hilados y tejidos.
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