ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL LIBRO PRIMERO DE LA HISTORIA ECLESIÁSTICA INDIANA

DEL PADRE JERÓNIMO DE MENDIETA

 

 

Dra. Martha Delfín Guillaumin

7 febrero de 2014

 

 

Con el fin de ser analizada desde una perspectiva historiográfica he seleccionado el primer libro de la obra del padre Mendieta titulada Historia Eclesiástica Indiana, en razón de que contiene información sobre los alzamientos indígenas efectuados en contra de los españoles al inicio de la colonización en las Indias Occidentales. El interés particular motivado por tal tema es el deseo de comprender el grado de aceptación o rechazo que los naturales de las islas caribeñas tuvieron hacia los españoles peninsulares y averiguar las causas que promovieron dichos levantamientos indígenas.

 

ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA VIDA Y OBRA DEL PADRE JERÓNIMO DE MENDIETA

 

Jerónimo de Mendieta fue uno de los principales misioneros franciscanos que durante gran parte del siglo XVI ejerció su ministerio en la Provincia del Santo Evangelio de la Nueva España. Nació en 1525 en Vitoria, España. Fue ordenado sacerdote de la orden de San Francisco y en 1554 viajó a México para integrarse a la referida provincia en donde trabajó por cincuenta años. Aprendió la lengua de los indígenas, confesó, predicó, administró los sacramentos y fungió como guardián de los monasterios de los pueblos de indios. Lo esencial de la actividad temporal del padre Mendieta es resumido por Nettel de la siguiente manera:

 

- Construir iglesias y monasterios.

- Fundar pueblos de indios a la manera española.

- Escribir al rey Felipe II y a su consejo para encontrar una solución a los problemas de los indios.

- Enseñar a los jóvenes religiosos de la Provincia del Santo Evangelio.

- Acompañar a los provinciales en sus oficios.[1]

 

Tras una breve estadía en España (1571-1573), Mendieta retornó a tierras novohispanas y “con la autorización del regreso, el padre general le ordenó escribir en lengua castellana todo lo que sabía sobre la conversión de los gentiles”.[2]

 

En estas circunstancias, fray Jerónimo de Mendieta dio término a su Historia eclesiástica indiana hacia 1596, es decir, su elaboración duró 25 años. Mendieta envió una copia del manuscrito a España y durante mucho tiempo no se supo nada del documento. El historiador José Luis González nos informa que:

 

La epidemia de cocoliztli o diarrea trajo a las carreras a los vecinos de Xochimilco desde el otoño de 1601 hasta el verano de 1602. Fray Jerónimo de Mendieta fue una de las víctimas de aquel “desbarato del estómago que rompía en sangre”. La diarrea le duró muchos meses. Como no sanara, fue a vivir a la ciudad de México. Allí dispuso hacer una copia del libro recién terminado, pues quería enviarlo a España para su publicación. En esas, dio en escupir sangre; puso en manos de su discípulo Juan Bautista el original de la Historia Eclesiástica; se le recrudecieron “los dolores que soportó con grandísima paciencia”. Murió de su enfermedad, “bienaventuradamente en el convento de San Francisco” de la capital novohispana, a los setenta y nueve años de vida, el 9 de mayo de 1604.[3]

 

En 1866, Joaquín García Icazbalceta encontró la copia de Historia eclesiástica indiana en España[4] y la publicó en 1869 para rescatarla del olvido y del supuesto plagio que cometiera fray Juan de Torquemada con la mencionada obra en su libro Monarquía indiana.

 

Se sabe que Mendieta, además de su Historia, también publicó el libro conocido como Códice Mendieta, que es una compilación de documentos sobre la Provincia del Santo Evangelio. Este códice contiene 47 cartas y 12 memoriales escritos entre 1562 y 1596, además de incluir su correspondencia con don Juan de Ovando, presidente del Consejo Real de Indias (1571) y una “Información de la provincia del Santo Evangelio” (1569), dirigida al mismo personaje. Contiene 44 documentos que los provinciales de la Orden enviaron a Felipe II y a su consejo Real de Indias (1571-1596). Por otra parte, Mendieta fue coautor con fray Pedro Oroz y fray Francisco Suárez de la Relación de la descripción de la provincia del Santo evangelio que es en las Indias Occidentales que llaman la Nueva España, hecha en el año de 1585. Este Códice Mendieta es mencionado por Torquemada en el libro XX de su Monarquía indiana y fue publicado por el mismo García Icazbalceta en su Nueva colección de documentos para la historia de México (1886-1892) en los volúmenes IV y V.[5] Se puede afirmar que Joaquín García Icazbalceta fue el “descubridor” del padre Mendieta y se le debe la efectiva propagación de su obra. De cualquier modo, es necesario mencionar que García Icazbalceta no analizó ni interpretó la obra, tan sólo la transcribió ofreciendo, además, una biografía del autor franciscano.

 

ESTRUCTURA DE LA OBRA

 

Conviene aclarar en primer término que en este trabajo he utilizado la edición preparada por la Editorial Porrúa que contiene la reproducción de los grabados originales de la obra.

 

Las primeras páginas de la edición elaborada por García Icazbalceta contienen notas de advertencia, índice, correcciones, noticias del autor y de la obra, una tabla comparativa entre la obra de Mendieta y Torquemada con el propósito de mostrar al lector el pretendido plagio cometido por este último.

 

 

Historia eclesiástica indiana, imágenes del manuscrito original[6]

 

En cuanto a la obra en sí, ésta consta de cinco libros acompañados de cartas dedicatorias, “prólogos al devoto lector”, además, “las advertencias preámbulas” hechas por el padre Joan de Domayquia. En éstas aclara que se llama Historia eclesiástica porque:

 

el principal fin y materia de ella es tratar de la conversión de las almas, por ministerio de personas eclesiásticas: é indiana, con vocablo general, aunque no trata cosa alguna del Perú ni de sus provincias, sino sólo de la Nueva España, por haber sido la primera que se pobló de españoles, después de las islas, y haber sido el principio de tanta felicidad como fue el descubrir otro nuevo mundo, y la puerta por donde se dio entrada á la conversión de tantos infieles que en las regiones índicas occidentales estuvieron ocultos tanto tiempo”.[7]

 

También advierte Domayquia que la obra se halla dividida en cinco libros. El primero consta de diecisiete capítulos y trata de la introducción del Evangelio en la isla La Española y sus comarcas, que fue la primera en ser descubierta. El segundo libro está integrado por cuarenta y un capítulos, y se refiere a los ritos y costumbres de los indios mexicanos “en su infidelidad”. El tercero con sesenta capítulos, de cómo fue plantada la fe de nuestro Señor Jesucristo entre los indios de tierra firme de la Nueva España”. El cuarto libro, de cuarenta y seis capítulos, del aprovechamiento de los nuevos convertidos en las cosas de la fe y cristiandad. El quinto libro se divide, a su vez, en dos partes: la primera (cincuenta y ocho capítulos) es un catálogo de los varones ilustres que como otros apóstoles “hicieron esta obra del Señor”, y la segunda parte (diez capítulos), se refiere en particular a los misioneros franciscanos muertos a manos de los indios chichimecas por la predicación del Evangelio en la Nueva España.[8]

 

ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL PRIMER LIBRO

 

Previo al inicio del análisis propiamente dicho, ofreceré a continuación dos puntos de vista en cuanto al estilo literario de Mendieta. El primero fue expresado por el padre Joan de Domayquia, pariente de Mendieta:

 

El romance no es tan terso y limado como corre el día de hoy entre los que se precian de sólo eso. El autor miró más a enhilar verdades que encienden la voluntad en los amores de Dios, y así nos debemos pagar de su espíritu, y dar la gloria á Dios que se lo comunicó tan grande.[9]

 

El segundo pertenece al propio García Icazbalceta, quien nos dice que Mendieta:

 

si no es un escritor primitivo en la rigurosa acepción de la palabra, tiene mucho de original y digno de ser leído. Su obra está exenta de las continuas digresiones que nos cansan en la de Torquemada; es de agradable lectura, y si no me equivoco, me agradecerán su publicación todos los que toman interés en los estudios americanos.[10]

 

El libro primero trata, como ya se adelantó, de la introducción del Evangelio en La Española y sus comarcas. Narra el descubrimiento de las Indias Occidentales (La Española) por Cristóbal Colón y de las extrañas circunstancias en que se dio el viaje de éste, particularmente lo que se refiere al piloto anónimo que informó a Colón de las nuevas tierras, a la ayuda económica de los Reyes Católicos, a las penurias y trabajos previos para lograr sus propósitos, a su conocimiento de las “cartas de marear”. Mendieta elogia la obra de los reyes Fernando e Isabel y sus tres victorias sobre el mal, es decir, la expulsión de los moros de la Península, la salida de los judíos y su labor evangelizadora entre los idólatras de las Indias Occidentales. Además, encomia su lucha contra los herejes, por todo esto son merecedores de las bendiciones que Dios les otorga a ellos y a su descendencia.

 

Incluye las bulas papales de Alejandro VI en latín, con lo que quiere demostrar la legitimidad de las posesiones reales en América. Enaltece el celo con que ha actuado la Corona de España para evitar los abusos cometidos por los peninsulares (cristianos viejos) en perjuicio de los indios (cristianos nuevos).

 

Comenta la labor evangelizadora en La Española, sus distintos gobiernos, los abusos de los españoles con los nativos, y el desolado panorama que ofrece la rápida desaparición física de estos últimos a causa del rigor del trabajo impuesto por los europeos, los malos tratos y las nuevas enfermedades. Se detiene a contar la rebelión del cacique Enrique y otros alzamientos indios provocados por la descrita situación de injusticia. Para ello, se basa Mendieta en los escritos del padre dominico Bartolomé de Las Casas. En todo momento aclara que los monarcas españoles fueron inocentes del exterminio indígena puesto que, al hallarse tan lejos de estas tierras, en reiteradas ocasiones fueron mal informados o engañados por sus ministros en los asuntos de las Indias.

 

En este primer libro, Mendieta aparece como un narrador de los sucesos (presencia de signos del locutor), pero no como un sujeto en la acción (protagonista del enunciado), ya que los acontecimientos que relata son bastante anteriores no sólo a su llegada a la Nueva España sino también a  su nacimiento. El lapso que abarca se extiende desde 1492 hasta 1520, aproximadamente, es decir, casi treinta años, para los cuales ocupa diecisiete capítulos. De cualquier forma, Mendieta aparece en el texto en primera persona, utilizando el yo: “No quiero detenerme en contar la manera de ídolos que estos indios tenían […] y plegue a Dios que yo mienta, y que en el día del juicio no veamos (como yo temo) innumerables de nuestros antiguos cristianos…”[11] Es decir, no trata de ocultar su presencia ni su propia perspectiva religiosa para interpretar los hechos, aunque sea un mero narrador.

 

Generalmente indica qué tipo de fuentes ha utilizado; así, tenemos que incluye varias bulas papales referentes al reparto de las tierras descubiertas, el testamento de la reina Isabel de Castilla, los escritos del padre Las Casas o la obra General Historia de Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo.

 

En lo que respecta a la manera como se refiere a estos elementos, los menciona a veces sin nombrarlos explícitamente y, así, simplemente dirá: “recitaré aquí lo que un cronista cuenta cerca de cómo pasó este negocio, y el fundamento que tuvo […] Dice, pues, en fin del tercero capítulo del quinto libro de su General Historia de Indias”. El lector, entonces, debe deducir que el cronista del que se trata es Fernández de Oviedo. En este sentido, para referirse a Isabel de Castilla y a Fernando de Aragón, los menciona como los Reyes Católicos; en forma análoga sucede con Las Casas, a quien por lo general llama “el obispo de Chiapa”. Caso curioso es el del Cardenal Cisneros, a quien nombra por su primer apellido, Francisco Jiménez, cuando comenta su gestión a la muerte del rey Fernando en 1516.

 

Particularmente, Mendieta retrocede en el tiempo del relato cuando habla de los Reyes Católicos y traslada al lector a acciones anteriores (reconquista del territorio cristiano, expulsión de los judíos, lucha contra la herejía) realizadas por estos personajes y que conducen providencialmente al descubrimiento de las Indias Occidentales, para gloria de Dios y beneficio de los monarcas españoles y sus descendientes.

 

Éste sería y no otro el sentido que Mendieta le da a su discurso, el de encaminar al lector a la culminación de una empresa cristiana llevada a cabo por los Reyes Católicos: por su lucha contra los judíos, mahometanos y herejes, Dios los recompensó al darles las Indias Occidentales para evangelizar a los idólatras. Es entonces cuando entran en acción los franciscanos, dado que se les presenta una oportunidad de crear una Iglesia Indiana (utopía). Los siguientes libros de la Historia Eclesiástica están dedicados a mostrar cómo se dio dicha evangelización y los problemas que tuvieron que enfrentar los misioneros para lograr su objetivo. A través de la lectura se puede observar cierto sentimiento de pérdida o tristeza por la oportunidad divina desperdiciada a causa de los hombres. El mismo Mendieta nos da la clave, la lección que se puede sacar de su relato:

 

Y como ya los indios eran pocos, y los españoles de la isla estaban engolosinados en ellos, y tienen por ley infalible que se han de servir de ellos hasta que no quede alguno, así lo hubieron de acabar del todo

[…] Este largo discurso quise hacer por fin y conclusión de este libro que trata de la isla Española, porque claramente se entienda la razón y causa, y las que la dieron y tuvieron la culpa en el modo cómo totalmente se acabaron millones de gentes en aquella isla y en las demás referidas; porque no lo sabiendo de raíz los del siglo venidero (como yo lo supe de persona digna de todo crédito, que á lo más de ello se halló presente), por ventura no culpen á nuestros católicos reyes de Castilla, en cuyo reinado pasó este negocio, siendo ellos, como fueron, ignorantes y ajenos de toda culpa.[12]

 

ALZAMIENTOS DE LOS NATURALES CONTRA LOS ESPAÑOLES: EL CASO DE CUMANÁ Y MARACAPANA

 

El padre Mendieta se queja amargamente de los abusos que cometieron los españoles con los indios; por ejemplo, cuando relata la labor de los misioneros dominicos y franciscanos en las islas caribeñas, afirma:

 

Fue de poco efecto lo que los frailes en aquellas islas hicieron, á lo menos cuanto á la conservación de los naturales de ellas, porque estaban nuestros españoles tan señoreados de los miserables indios, y tan encarnizados en el servicio que les hacían de buscar y sacar oro, y de cultivarles sus granjerías, y edificarles sus casas, ingenios y cortijos, que no bastaba predicación evangélica, ni amonestación cristiana, ni amenaza del infierno para sacárselos de entre manos, y que [siquiera] tuvieran algún tiempo para enseñarse en las cosas de nuestra santa fe católica, por lo que tocaba a sus ánimas.[13]

 

Por otro lado, comenta que uno de los pretextos que los españoles “tomaban parta saltear y captivar las gentes de por allí, era si comían carne humana”, es decir, se refiere a los indios caribes.[14] Lo recién citado nos permite tener una comprensión más cabal del alzamiento de indios que sucedió en Cumaná y Maracapana, es decir, la Costa de las Perlas en Venezuela, que relata Mendieta basándose en un escrito del padre Las Casas.

 

 

La Costa de las Perlas de Venezuela[15]

 

Sucede que hacia 1516 en Cumaná se habían establecido padres franciscanos y en Piritu o Pirití, dieciocho leguas al oeste, frailes dominicos. Pero según refiere Mendieta, los dominicos “no fueron casi oídos ni vistos porque unos indios les dieron muerte y se los comieron. En 1517, misioneros de la misma Orden de Santo Domingo fundaron otro monasterio en Chiribichí, cerca de Maracapana, al cual llamaron Santa Fe. Justamente allí es donde se realizó en 1519 un levantamiento de indios. Esto fue a causa de los abusos cometidos por Alonso de Ojeda en contra de los naturales ya adoctrinados. Ojeda atrapó injustamente a los indios tagares del cacique Gil González, vecino y pariente del cacique Maraguay de Chiribichí; digo que injustamente puesto que no se trataba de indios caribes antropófagos, sino de indios convertidos al cristianismo, amigos de la Corona. La codicia de ciertos personajes españoles, como Gil González, los hacía capturar indígenas con el pretexto de identificarlos como enemigos, en este caso, los caribes acusados de antropofagia, y de esta manera usarlos como siervos o esclavos. En fin, este hecho provocó un alzamiento general en la Costa de las Perlas que tuvo como resultado la muerte de dos sacerdotes dominicos, un franciscano y alrededor de ochenta españoles.[16]

 

 

Planta de las salinas de Araya y costa hasta Cumaná, 1600c[17]

 

Mendieta se maravilla de que lo ocurrido entre los indios de Cumaná y Maracapana no se repita en “otras partes de Indias” por “las malas obras y peor tratamiento que siempre los  nuevamente convertidos han recibido de nuestros cristianos viejos”.[18] Enfatiza constantemente que, salvo los indios caribes o los chichimecas, en general los indios eran gente mansa, pacífica, modesta que siempre recibieron de buena gana a los españoles “hasta que los escandalizaron y escarmentaron”, como en Cumaná y Maracapana:

 

Todos estos circunloquios he traído para que se entienda que si los indios en algunas partes se han desmandado contra los españoles eclesiásticos o seglares, ó se han descontentado de la cristiandad recibida, ha sido siempre á puro reventar de agravios y vejaciones que ya no podían llevar, ó de malos ejemplos que les hacían ser odioso el nombre de cristianos.[19]

 

Precisamente, Georg Friederici reflexiona acerca de los desafueros y tropelías que hacían los conquistadores en nombre de Dios y del Rey en las Indias españolas, como los robos, los saqueos, las brutalidades contra los nativos y sus mujeres; incluso los motines y los levantamientos contra el monarca hispano y sus mandatarios se perpetraban “en nombre de Su Magestad” y no pocas veces, nos dice el autor, en nombre de Dios.[20] Estos desafueros y tropelías contra los indígenas de Cumaná y Maracapana forman parte de este mismo discurso.

 

 

Acercamiento de imagen de la localización de Cumaná

 

Resumiendo tenemos que los indios de las llamadas Indias Occidentales –territorios insulares y de tierra firme- aceptaron de buena gana la llegada de los españoles, al menos el recibimiento que les dieron fue amistoso, pero una vez dominados por los europeos, la hospitalidad se tornó en desconfianza y, a veces, como en el caso de Cumaná y Maracapana, en abierta agresión provocada por aventureros sin escrúpulos que cautivaban como esclavos a los propios indios amigos, so pretexto de confundirlos con indios caribes antropófagos. Este tráfico de indios capturados, aunado a los abusos de los españoles, a las nuevas enfermedades y a los ritmos de trabajo implantados por los conquistadores, diezmaron rápidamente a la población nativa del Caribe, al grado que Mendieta escribe que “en cuya compañía de [españoles] y contrato no es maravilla, sino cosa natural y forzosa, que se consuma en breve innumerable gentío de indios”.[21]

 


 

[1] Patricia Nettel, La utopía franciscana en la Nueva España, México, UAM, 1989, pp. 10-11.  

[2] Ibid., p. 11.

[3] Luis González y González, Jerónimo de Mendieta: vida, pasión y mensaje de un indigenista apocalíptico, México, El Colegio de Michoacán, 1996, p. 77.

[4] El manuscrito original se encuentra custodiado en la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos.

[5] Patricia Nettel, op. cit., pp. 9-10.

[6] Jerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana, México, Editorial Porrúa, 1971.

[7] Ibid., p. 9.

[8] Idem.

[9] Ibid., p. 8.

[10] Ibid., “Noticias del autor y de la obra”, p. XXXVI.

[11] Ibid., p. 36 y p. 51.

[12] Ibid., pp. 70-71.

[13] Ibid., p. 39.

[14] Ibid., p. 43.

[15] Carl Ortwin Sauer, Descubrimiento y dominación española del Caribe, México, FCE, 1984, p. 170.

[16] Ibid., pp. 288-289.

[17] ES.41091.AGI/26.30//MP-VENEZUELA,9,

http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/Control_servlet  (Consultado el 6 de febrero de 2014).

[18] Jerónimo de Mendieta, op. cit., p. 49.

[19] Ibid., pp. 52-53.

[20] Georg Friederici, El carácter del descubrimiento y de la conquista de América. Introducción a la historia de la colonización de América por los pueblos del Viejo Mundo, México, FCE, 1987, p. 375.

[21] Jerónimo de Mendieta Ibid., op. cit., p. 63.

 

 

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