La epidemia de matlazahuatl en Tacubaya durante 1736-1737:

¿designio divino o enfermedad natural?

 

 

 

Dra. Martha Delfín Guillaumin

Octubre de 2010

 

 

Taller de estudios sobre la muerte,

Dra. Martha Delfín Guillaumin,

ENAH-INAH,

Septiembre de 2010

 

 

Durante el período colonial, Tacubaya fue considerado como pueblo de indios dependiente de la jurisdicción o corregimiento de Coyoacán. Ambos poblados formaban parte del Marquesado del Valle. Desde la segunda mitad del siglo XVI, los frailes dominicos atendieron a Tacubaya como doctrina, que es el término que ellos preferían al de parroquia. Sin embargo, a principios del siglo XVII, la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación, mejor conocida como de la Candelaria, adquirió formalmente la categoría de parroquia, es decir, tenía bajo su jurisdicción eclesiástica a los barrios sujetos de Tacubaya.[1]

 

            Si bien este escrito va a versar sobre mortandad indígena a causa de la epidemia del matlazahuatl en la primera mitad del siglo XVIII, es necesario hacer un comentario previo sobre el número de pobladores que tuvo Tacubaya durante el virreinato y sobre sus barrios. Evidentemente, los registros demográficos de ese entonces se obtienen por las visitas de los oidores que contabilizaban el número de tributarios y por las actas de bautismo y de defunción que hacían los dominicos, desafortunadamente no había censos de población. Por ejemplo, en la visita realizada por el oidor Gómez de Santillán a Tacubaya en 1553, se mencionaban los barrios sujetos y el número de tributarios correspondiente. Así, tenemos que el barrio de Tlacateco:

 

                                    en que hay cuarenta y cinco personas tributarias entre casados, viudos y solteros que entre todos dan de tributo en cada un año cuarenta y tres pesos un tomín y seis granos de oro común y cuarenta y cinco gallinas y veinte y dos fanegas y media de maíz y seis mil y quinientos sesenta cacaos todo lo cual dan de más y allende del servicio personal que dan ordinariamente[2]

 

            En este documento se mencionan en total 11 barrios con un número aproximado de 541 tributarios. La relación sería la siguiente:

 

Barrios

 

Tlacateco

San Lorenzo Suchiguacan

Tesquaquaque

Santa María Nunualco

Huycila

Aguatequepan

Tlacacacan

Colcingo

Tequisquinahua

Qualnaculcingo

Xomestitlan

Tributarios

 

45

31

43

122

37

58

39

37

57

51

21[3]

 

            Es importante observar que los nombres de los barrios sufrieron algunas modificaciones durante el período colonial, otros, inclusive, desaparecieron. Supongo lo anterior por la comparación que puede establecerse con el listado ofrecido por fray Juan Sáenz Moreno, cura ministro de Tacubaya, en 1731:

 

                                    De lo que se compone esta doctrina de N. Señora de la Purificación de la villa de Atlacoloayan.

                                    Barrio de S. Domingo, llaman Cihuatecpa.

                                    Barrio de la SS. Trinidad, llaman Tlacateco.

                                    Barrio de S. Juan Baptista, llaman Tlacacocac.

                                    Barrio de Stiago., llaman Tequizquinahuac.

                                    Barrio de S. Pedro Apostol, llaman Tetzcacohoac.

                                    Barrio de S. Miguel, llaman Colhuacatzinco.

                                    Barrio de N. Señora de los Angeles, llaman Nonahualco.

                                    Barrio de S. Lorenzo, llaman Xochihuacan.

                                    Molinos de S. Domingo, y los de Valdés.

                                    Hacienda que llaman de D. Tomás de Olarte.

                                    Olivar del conde de Santiago.

                                    Hacienda del conde de Miravalle.

                                    Los ranchos que llaman de Argora (sic), de la Compañía de Jesús.

                                    Todo lo dicho reconocí cuando entré en el curato y lo hallé en quieta y pacífica posesión y lo firmé en 2 de mayo de 1731.

                                    Fray Juan Sáenz Moreno, cura ministro[4]

 

            En este documento, el número de barrios se redujo a ocho, es decir, no se mencionan Huycila, Colcingo ni Xomestitlan. Supongo que la palabra Aguatequepan es una deformación del vocablo Cihuatecpa porque me parece que tienen cierto sonido similar al pronunciarse. De cualquier forma, es importante destacar que Cihuatecpa era el antiguo nombre del barrio de Santo Domingo en donde se edificó el convento de la Candelaria.

 

            Se piensa que el barrio de Huycila (Huitzilan)[5] quedaba pegado a Nonoalco y "comprendía toda la parte de atrás del convento y del camino de la Piedad"[6]. Del barrio de Colcingo "no se sabe con certeza su ubicación, ni su nombre actual"[7]. En cuanto a Xomestitlan, si bien se desconoce su localización exacta, es mencionado en la partida de bautismo de Felipa, india, hija de Lorenzo Luis y de Ana de la Cruz, "todos de Xumetitlan", fechada el 18 de abril de 1656.[8] También aparece en la partida de nacimiento de Sebastián, indio del barrio de San Pedro, cuyos padrinos fueron originarios de Xometitlan y está fechada el 20 de enero de 1661.[9]

 

            Los demás barrios estarían ubicados de la siguiente forma: El barrio de la Santísima Trinidad Tlacateco, cuya iglesia todavía existe en la calle de Manuel Dublán a pocos pasos de la intersección del anillo Periférico y la Avenida Observatorio, estaba situado cerca de todos los molinos, tal como el de Belem, el del Rey, el de Valdés y el de Santo Domingo[10]; el barrio de San Pedro Tetzcacoac (luego conocido como Coscacoac) se hallaba en la parte alta, rumbo a Santa Fe, cerca de donde hoy se levanta el edificio del Meteorológico Nacional sobre Avenida Observatorio y formaría parte del actual nuevo Bosque de Chapultepec y de la colonia Lomas-Virreyes; Santo Domingo Cihuatecpa comprendía lo que en nuestros días se conoce como la Alameda de Tacubaya, en donde se localiza el convento de la Candelaria, es decir, en el cruce de la Avenida Revolución y el Viaducto-Piedad; Santa María Nonoalco, en realidad era un pueblo cercano a Mixcoac, en la actualidad se halla dentro de la jurisdicción de la Delegación Benito Juárez, su capilla de la Asunción de María, construida en el siglo XVI, todavía existe; el barrio de Santiago Tequizquináhuac, cercano a Chapultepec, en lo que hoy son las calles de Covarrubias, Santiago y General Cano (antes conocida como calle del Pueblito); San Miguel Culhuacatzinco quedaba al sur de Chapultepec[11]; el barrio de San Juan Bautista Tlacacocac se hallaba en una meseta próxima al río de la Piedad en donde todavía existe la iglesia de San Juan (en el cruce de Viaducto Piedad y la calle de Becerra); por último, San Lorenzo Xochihuacan, al igual que Nonoalco, era en realidad pueblo sujeto a Tacubaya, aunque se le llamaba "barrio". Su ubicación exacta es difícil de determinar, pero se sabe que a principios de 1754 contaba con una iglesia que dependía de la parroquia de la Candelaria:

 

                                    ...y mandó asimismo que en la iglesia o ermita de Nonalco [Nonoalco], visita de esta parroquia, se dorase un cáliz y patena, y hacer una casulla morada y verde, y otra de color negro que faltaban, y en la de San Lorenzo, también visita de esta cabecera, dispuso que se hiciesen por los feligreses de aquel barrio dos casullas, una verde y morada, y otra negra para las misas de difuntos[12]

 

            Al parecer, otros barrios también contaban con ermitas pues en el citado documento se agregaba que:

 

                                    ...daba y dio las gracias a los de Nonalco [Nonoalco] por el celo y aplicación con que se aplicaban a la construcción de aquella iglesia, les exhortó a su continuación para que así, y con la debida decencia se le dé el culto a Dios Nro. Señor en ella; daba y dio licencia para que en dichas dos ermitas se celebre misa en los días que es costumbre, como también en las demás de San Miguel, Santiago, San Juan, la Santísima Trinidad y San Pedro, respecto a constarle su decencia por visita que se ha hecho de ellas[13]

 

            Como ya lo mencioné, resulta difícil establecer el número de personas que habitaron en la villa de Tacubaya durante el período elegido para este estudio (1732-1737), puesto que no se realizaron censos de población sino hasta el año de 1792 cuando se hizo el Padrón en que se halla la Relación de los pueblos, haciendas y ranchos de la jurisdicción de la villa de Coyoacán, sus rumbos y distancias de la capital y de las cabeceras de sus partidos; sin embargo, dicho documento se refiere particularmente a los habitantes no indígenas, resultando un total de 942 pobladores de los cuales 828 no eran indios.[14] Afortunadamente, existe la Matrícula de los naturales de la villa de Tacubaya del año de 1733[15], en la que se registró a "los indios tributarios por barrio, detallados por familias, estado civil, sexo y edad, mencionándose muy poco los oficios". El propósito, al parecer, de dicha matrícula, era el de determinar el número de tributarios, es decir, saber con qué recursos humanos y económicos contaba la villa de Tacubaya.[16] En esta matrícula se calculan 913 individuos, de los cuales 903 eran indígenas[17] localizados en los distintos barrios de Tacubaya:

 

Barrio de la Santísima Trinidad Tlacateco

 

 

 

 

Barrio de San Juan Tlacacocac

 

Barrio de San Miguel Culhuacatzinco

 

 

Barrio de San Pedro Tetzcacoac

 

 

 

Barrio de Santiago Tequizquináhuac

 

Barrio de Santo Domingo Cihuatecpa

 

 

 

Barrio de San Lorenzo Xochihuacan

 

Barrio de Santa María Nonoalco

163 indios

1 castizo

1 española

1 mestizo

 

90 indios

 

191 indios

1 mestiza

 

31 indios

1 castiza

1 mestiza

 

104 indios

 

80 indios

2 mestizos

2 mestizas

 

105 indios

 

139 indios

 

TOTAL    913[18]  

 

            Por mi parte, realicé un censo poblacional individual utilizando los libros de Sacramental Bautismos y Sacramental Defunciones del Archivo Histórico Parroquial de la Candelaria eligiendo el período comprendido entre 1732 y 1737.[19]

 

            Se registraron 777 bautizos entre septiembre de 1732 y diciembre de 1737, de los cuales 576 fueron de indígenas. Los barrios en donde se observó mayor número de nacimientos fueron en orden descendente: San Miguel Culhuacatzinco, Santísima Trinidad Tlacateco, Santiago Tequizquináhuac, San Juan Tlacacocac, San Lorenzo Xochihuacan y Santa María Nonoalco. Entre estas partidas de nacimiento se localiza la de Javiera Josefa, india cacique, hija de Sebastián Ponciano Velázquez y Felipa de Jesús del barrio de San Juan, fechada el 29 de marzo de 1733 (Bautismos, Libro 8: 1732-1741, foja 6 reverso, AHC). Los Velázquez fueron caciques en Tacubaya desde fines del siglo XVI sustituyendo a los descendientes de don Toribio, de linaje tepaneca. Al parecer, el origen de esta familia cacique se remontaba a Tanga Juan Bravo Huitzimengari Cazonci, señor de Michoacán, y a una cacica xochimilca de apellido Velázquez.[20]

 

            El número de defunciones determinado entre enero de 1732 y diciembre de 1737 fue de 1072 personas, de las cuales 944 eran indígenas. Esta cifra puede parecer asombrosa, pero se entiende si se considera que en diciembre de 1736 comenzó en Tacubaya una terrible epidemia de matlazahuatl. En el libro de defunciones de ese año, fray Juan Sáenz Moreno, cura ministro (párroco) de la iglesia de la Candelaria, anotó de su puño y letra: "Día nueve de diciembre empezó la epidemia en esta villa".[21]

 

            Es interesante la manera como el cura ministro Sáenz Moreno utiliza la voz epidemia. ¿Por qué al principio de la época colonial fray Toribio de Benavente, Motolinía, habla de plagas y no utiliza la palabra epidemia? Porque el uso de este término se vuelve más frecuente en España durante el siglo XVII, se le está dando un significado que tiene que ver con una enfermedad que asola un poblado temporalmente; sin embargo, la palabra epidemia ya era usada por los antiguos griegos, incluyendo a Hipócrates para referirse a estar en un poblado de visita, aunque Hipócrates sí se refiriera, además, a las enfermedades que había en los pueblos que él conocía durante sus viajes como médico.[22] De cualquier modo, vale la pena tener en cuenta que en el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias, publicado en 1611, no aparece la palabra epidemia.[23] Un siglo más tarde, en el Diccionario de Autoridades de 1732 se anota que epidemia es: “La enfermedad que corre comúnmente entre la gente, y que anda generalmente vagando entre muchas personas. Es voz puramente Latina Epidemia.”[24]

 

Ahora bien, la explicación que otorga Motolinía es de tipo providencialista, él afirma que las 10 plagas con que “Hirió Dios esta tierra” incluyen a la viruela y al sarampión. Aunque menciona que aquélla fue traída por “un negro herido de viruelas” que venía en la flota de Pánfilo de Narváez y que el segundo mal lo transmitió un “español herido de sarampión y de él saltó en los indios”. Motolinía, refiriéndose a la viruela, comenta que los indígenas a “esta enfermedad llamaron veyzavatl  [huey zahuatl] que quiere decir “la gran lepra”, porque desde los pies hasta la cabeza se hincharon de viruelas, que parecían leprosos”; era “la gran pestilencia de viruelas”. En cuanto al sarampión, le llamaron zahuatl tepiton, “las viruelas o sarampión pequeño”, y afligió a los indios en 1531-1532, el “año de la pequeña lepra” porque no fue tan devastador como la viruela. El fraile menciona que para evitar que los indígenas se enfermaran de sarampión, “se les predicaba que no se bañasen y otros remedios contrarios a esta enfermedad”.[25]

 

            En el Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana de Rémi Siméon, la palabra çauatl o çahuatl significa roña, tiña, viruelas. Asimismo, este texto proporciona el significado de la voz matlaçauatl, es decir, peste, enfermedad epidémica. Este diccionario de náhuatl fue publicado por primera vez en Francia en 1885, lo cual explica, a mi parecer, el uso de la voz epidémica.[26]

 

Gibson supone que el matlazahuatl era quizás tifus o fiebre amarilla, de ahí que la voz fiebre tenga el mismo significado. En la epidemia del período 1736-39, "que empezó en Mixcoac o Tacuba y se extendió por la ciudad de México", se observaban como parte de los síntomas: escalofríos seguidos de dolores de cabeza, dolor de estómago, fiebre alta, y hemorragia nasal que conducían a la muerte del individuo afectado. Según este autor, se registró mayor mortandad entre la población indígena que entre la española. Desapareció en algunas localidades en el verano de 1737 -tal sería el caso de Tacubaya-, pero prosiguió en otras hasta 1739.[27]

 

Luise M. Enkerlin P., cuando analiza las características de la por ella llamada “peste de matlazahuatl” de 1736-1739 en el Obispado de Michoacán, dice que:

 

Algunos autores la identifican con el tifo exantemático, llamado también tabardete o tabardillo. Una definición más precisa de dicha enfermedad es la citada por Malvido (1982), quien diferencia bajo el nombre de matlazahuatl (pintas en forma de red, en náhuatl) varias enfermedades. Podía presentarse como una combinación de fiebre tifoidea y tifo, o una mezcla de hepatitis epidémica con tifoidea. La segunda variedad es la que irrumpe en 1736-1739, la peor epidemia de la primera mitad del siglo XVIII. Algunos la consideran la más devastadora del siglo, sólo comparada con la de 1576.

Esta enfermedad se incuba en la Nueva España como producto de largas crisis agrícolas y del sistema de sobreexplotación colonial. Por ello, la población que más afectó fue la económicamente activa, especialmente a los hombres mayores de 18 años, e impactó con mayor violencia a los sectores más desposeídos y mal alimentados, esto es, a los indígenas y castas. Fue junto con la viruela y el sarampión, una de las epidemias más notorias de la Colonia. Todas ellas designadas por los indígenas como cocoliztli o peste. Aunque los síntomas variaban, generalmente la describían como “calosfríos en las entrañas, dolor en las sienes, flujo de sangre de la nariz y sobreviniéndoles a todos ictericia, se ponían tan amarillos que metían miedo, y el quinto o sexto día morían o sanaban pero con el peligro de recaer hasta cinco veces”.[28]

 

Por su parte, Iván Escamilla proporciona una información muy importante sobre las particularidades de esta terrible enfermedad:

 

Pero las epidemias no se acabaron con el siglo XVI, y durante toda la época colonial la Nueva España fue azotada por diversos y feroces brotes infecciosos, siendo uno de los peores la gran peste de matlazáhuatl, que tuvo sus principios en 1736 en los alrededores de la ciudad de México, se extendió por buena parte del virreinato, y no terminó sino hasta 1739. Conocemos muchos detalles acerca de ese desastre gracias al historiador y poeta Cayetano Cabrera Quintero, quien publicó en 1746 su Escudo de armas de México, un monumental relato de la epidemia y de cómo la capital novohispana se enfrentó a ella. Cuenta Cabrera que quienes se contagiaban padecían “un continuado y universal” escalofrío en todo el cuerpo, y al mismo tiempo “un volcán de fuego” y soltura del estómago, “grande estorbo, dolor, ansiedad, fatiga, ardor y compresión en la cavidad vital y región del corazón, con vehemente dolor de cabeza”. Muchos padecían intensas hemorragias nasales, y fiebres con delirios tan fuertes que obligaban a sujetarlos para que no se lastimasen. En cuestión de cinco o seis días el enfermo fallecía, o si conseguía sobrevivir su organismo quedaba tan debilitado que la recaída, y con ella la muerte, terminaban por ocurrir en muchos casos.[29]

 

            En la actualidad existe una polémica en torno a si el matlazahuatl efectivamente era tifo o se trataba de otra enfermedad.[30] De hecho, en el caso de Zacatecas, donde también hubo epidemia de matlazahuatl en ese período, José Luis Raigoza Quiñónez determina que se trató de una epidemia de hepatitis fulminante, que no hubo una crisis agrícola en la región, pero que se especuló con el precio de los granos y eso afectó a la población pobre para poderse alimentar adecuadamente. Así, determina en las conclusiones de su escrito:

 

Que las epidemias no siempre obedecen al hambre, crisis agrícolas o eventos meteorológicos […] Por lo abrupto como se describe de matlazáhuatl, es posible pensar que se trató de una epidemia de hepatitis fulminante. No fue peste puesto que no era posible que hubiera suficientes ratas enfermas, ni pulgas enfermas para diseminar la peste en tan gran espacio y corto tiempo.  Fue hepatitis fulminante por que el hombre es el principal vector junto a sus productos y desechos, el hacinamiento y la promiscuidad aunados a la movilización hacia otros lugares más salubres a través de los caminos, hizo posible la rápida y eficiente transmisión de la enfermedad epidémica. Asimismo no hubo tratamientos eficaces porque no se conoció de qué enfermedad se trató ni qué la ocasionara. Sin diagnóstico no hay tratamiento. Afectó a todo tipo de población en contacto, lo mismo indígenas que españoles y castas, en proporción la composición social de la misma, tal y como se registró en el hospital de San Juan de Dios en Zacatecas. La Preladita, advocación de la Guadalupana, fue el único recurso divino a mano para paliar los efectos de la epidemia en Zacatecas, tal y como sucedió en México capital un año anterior según consta en la obra de Cabrera y Quintero.[31]

 

En el caso particular de Tacubaya, resulta, entonces, que de diciembre de 1736 a diciembre de 1737 se registraron 600 defunciones, de las cuales 267 eran mujeres indígenas, 291 varones indígenas y 42 de otros grupos sociales, es decir, se trata de 14 españoles, 22 mestizos, 2 mulatos, 1 negro, 2 castizos y 1 lobo. Como vemos, la enfermedad atacó preferentemente a los indios de Tacubaya, y los barrios más afectados fueron San Miguel Culhuacatzinco, Santiago Tequizquináhuac, Santa María Nonoalco, Santísima Trinidad Tlacateco y San Lorenzo Xochihuacan.

 

            Sin embargo, es importante destacar que previa a esta epidemia se presentó una gran mortandad infantil entre 1733 y 1735, por ejemplo, en el mes de enero de 1735 hubo 27 defunciones de menores de edad,[32] ocurriendo que, a veces, una familia sufría la pérdida de dos o más niños, como sería el caso de Manuel de la Cruz y Ambrosia Francisca, indios de San Miguel Culhuacatzinco, que llevaron a enterrar al cementerio de la parroquia de la Candelaria a su hija Felipa de Santiago, de 3 meses de edad, el 26 de julio de 1734, y a Gertrudis, de 5 años de edad, el 15 de agosto de ese mismo año.[33] Otro ejemplo sería el de los mulatos, hijos de Andrés José y Paula de la Candelaria, que fallecieron: María Luisa, de 15 años, el día 27 de enero de 1735; Ángel Antonio, de 6 años, el 28 de enero de 1735; y Aureliano Antonio, de 10 años, el 4 de febrero de ese mismo año.[34] Desafortunadamente, desconozco qué tipo de enfermedad pudo haber afectado de tal manera a los infantes de Tacubaya pues en los libros parroquiales no existe ningún comentario al respecto, quizás pudo tratarse de sarampión.

 

            Volviendo a la epidemia de 1737, ésta resultó terrible para la población adulta (mayores de 15 años), inclusive, se localizaron partidas en que se anotan los decesos de marido y mujer al mismo tiempo:

 

                                    En diez y ocho de septiembre de 1737 años di sepultura a Catarina Margarita y a su marido Manuel Antonio [indios], ambos murieron en una noche en el barrio de San Miguel de donde fueron vecinos y porque conste lo firmé en dicho día, mes y año. Fray Antonio Vittoria[35]

 

            A otros individuos la muerte los sorprendía de improviso:

 

                                    Se le dio sepultura [28 de agosto de 1737] a un difunto que no se supo cómo se llamaba, ni de qué lugar era porque fue repentina su muerte. Fray Joaquín de Castañeda.

                                    ...que no se supo de donde era por hallarlo en el cementerio [23 de septiembre de 1737]. Fray Felipe Cesarini.

                                    ...se enterró en el cementerio de la parroquia [23 de octubre de 1737]...a un indio que se cayó muerto y no se supo quien ni de adonde era. Fray Antonio Vittoria[36]

 

            Entre los españoles que fallecieron a causa de la epidemia, se encuentra doña Gertrudis de Caravantes, esposa de don Mateo Martínez de Cartagena (seguramente familiares de don Juan Ramírez de Cartagena, rico comerciante con propiedades en Tacubaya), quien fuera enterrada en la capilla de Nuestra Señora del Rosario de la parroquia de la Candelaria el día 19 de octubre de 1737.[37]

 

            Algunos indios forasteros, llamados extravagantes o viandantes en las actas de defunciones, que iban de paso por Tacubaya, al ser sorprendidos por la muerte fueron enterrados en el cementerio de la villa. Por ejemplo, Diego de Santiago, indio viudo, viandante, procedente de Toluca, fue sepultado el 1° de enero de 1737.[38]

 

            Los meses en que más decesos se registraron fueron los de enero a junio de 1737 en que había un promedio de 3 a 6 muertes al día, aproximadamente de 50 a 100 muertes al mes. El mes de mayo fue el peor ya que hubo 120 decesos registrados en las partidas de defunciones. El 8 de junio de 1737, fray Juan Sáenz Moreno anotaba al margen de la foja "son 449 muertos".[39] La epidemia declinó en los meses de julio-agosto, y ya para el mes de enero de 1738 ocurrieron únicamente 15 defunciones; en total, en ese año hubo 64 fallecimientos en la villa: en enero de 1738 hubo 15 muertos; en febrero, 5 muertos; en marzo no se anotó una sola acta de defunción; en abril, 9 muertos; en mayo, 3 muertos; en junio, 2 muertos; en julio, 5 muertos; en agosto, 6 muertos; en septiembre, 6 muertos; en octubre, 5 muertos; en noviembre, 6 muertos; y en diciembre, 2 muertos.[40]

 

Por otra parte, vale la pena incluir las curaciones que se aplicaban en ese momento, para lo cual citaré de nuevo a Enkerlin quien comenta que los remedios de los médicos eran:

 

poco eficaces, pues para una hepatitis infecciosa combinada con tifoidea, o un tifus, recomendaban: “aplicaciones de fomentos con una mezcla de vinagre, nitro y alcanfor, hasta jarabes que incluían: … Agua de cerezas negras […], agua epidémica, […] canela fuerte (y) xarabe de diacodión […] junto para una vez” […] La poca eficacia de dichos remedios orillaba a la población a buscar otras alternativas de alivio, y las encontraban casi siempre en la devoción a diferentes santos y vírgenes. Por lo tanto, en estos tiempos por demás difíciles, se intensificaban las peregrinaciones, misas, rosarios, mandas, etc. La Virgen del Tepeyac es jurada patrona de la ciudad de México y de otras ciudades, como Celaya, Zacatecas (del Reino de la Nueva Galicia) y San Luis Potosí, precisamente en el año de 1737. Este mismo año en Pátzcuaro, la Virgen de la Salud es nombrada patrona de la ciudad. […] El pueblo de Santa Clara del Cobre fue encomendado a la Señora del Sagrario, mientras Jacona fue salvada por sus rezos a la milagrosa Virgen de la Raíz.[41]

 

        

 


Géneros de botica, Celaya, 1766,
[42] AHT

 

Si se considera la manera como se explicó en un principio la enfermedad, es decir, como un castigo divino o plaga, según Motolinía en los primeros años de la conquista española, nos es útil la opinión de Enkerlin para entender el papel desempeñado por la Iglesia novohispana en el tiempo de la epidemia de matlazahuatl de 1736-1739: “Por otra parte, las sanciones sociales en forma de enfermedades implican un gran control ideológico sobre las actuaciones sociales de los individuos. Es éste el principal papel de la Iglesia en nuestra época de estudio.”[43] No se trata de una plaga enviada por Dios, de un castigo divino, es más bien el momento para pedir la protección de la Virgen o de los santos ya que los remedios médicos no son eficaces. La Virgen de Guadalupe o la Virgen de la Salud sirvieron, según la creencia religiosa de esa época, como protectoras contra el matlazahuatl, lo cual resulta interesante si  se considera que en el siglo XVIII se aprecia el inicio del cambio en el imaginario social novohispano de la visión providencialista por una más humanista, secular.

 


José de Ibarra (dib.) y Baltasar de Sotomayor (grab.), frontispicio para el Escudo de armas de México de Cayetano Cabrera Quintero, 1743.[44]


                                               Cuadro 1: Natalidad por grupo social

 

                                          Septiembre de 1732 a diciembre de 1737

                                             Natalidad registrada: 777 nacimientos

Grupo social y número

Indio                                                                                                                                        576

Fem.                                                                                                                                         295

Masc.                                                                                                                                       281

Español                                                                                                                                      71

Mestizo                                                                                                                                      94

Castizo                                                                                                                                       22

Mulato                                                                                                                                         4

Negro                                                                                                                                           0

Chino                                                                                                                                           1

Lobo                                                                                                                                             6

Morisco                                                                                                                                        2

No especificado (hijo de castizo y mulata)                                                                                1

 

                                             Cuadro 2: Natalidad indígena por barrio

 

 

                                        Septiembre de 1732 a diciembre de 1737

                                     Natalidad de indígenas registrada por barrio

                                                     Barrio

Número

Santa María Nonoalco

                       58

Santo Domingo Cihuatecpa

                       36

San Miguel Culhuacatzinco

                     118

Santiago Tequizquinahuac

                       76

San Pedro Tetzcacoac

                       25

La Santísima Trinidad Tlacateco

                       81

San Juan Bautista Tlacacocac

                       65

San Lorenzo Xochihuacan

                       60

Otros: Molino de Valdés, Hacienda del Olivar del conde de Santiago, rancho de Argola (Argora), molino de Santo Domingo, villa de Tacubaya, barrio de San Antonio del pueblo de Tlanepantla, Tlacopan (Tacuba), Toluca, Santa Fe. También se incluyen 4 casos de indios extravagantes (peregrinos, de paso).

                       57


                                                     Cuadro 3: Mortandad indígena

 

                                               Enero de 1732 a diciembre de 1737

                                          Mortandad registrada: 1072 defunciones

Grupo social y número

Sexo

Edad (mujeres)

Edad (varones)

Indio                                              944

Fem.        451

 

Masc.      493

 

0/15            199

15/40          157

más de 40    89

no espec.       6

0/15               255

15/40             166

más de 40       63

no espec.          9

 

                                              Cuadro 4: Mortandad por grupo social

 

                                               Enero de 1732 a diciembre de 1737

                                          Mortandad registrada: 1072 defunciones

Grupo social y número

Español                                                                                                                                      47

Mestizo                                                                                                                                      51

Castizo                                                                                                                                        6

Mulato                                                                                                                                       15

Negro                                                                                                                                           2

Chino                                                                                                                                           1

Lobo                                                                                                                                             6

                                                                                                                                       Total 128

 

                                            Cuadro 5: Mortandad indígena por barrio

 

                                            Enero de 1732 a diciembre de 1737

                        Mortandad indígena registrada por barrio: 944 defunciones

                                                      Barrio

Número

Santa María Nonoalco

                   122

Santo Domingo Cihuatecpa

                     66

San Miguel Culhuacatzinco

                   169

Santiago Tequizquinahuac

                   123

San Pedro Tetzcacoac

                     45

La Santísima Trinidad Tlacateco

                   112

San Juan Bautista Tlacacocac

                     78

San Lorenzo Xochihuacan

                   109

Otros: Ranchos de Olarte, Rancho de Argola (Argora), pueblo de Totocustlapilco, Toluca, pueblo de Ocolma, Puebla, Tzinacantepec, ciudad Lerma, Tlacopan (Tacuba), villa de Tacubaya, San Antonio de las Huertas, pueblo de San Juan Tehuacán, Chalco, Atenco, Quauhximalpan, pueblo de San Agustín Palpan (Tlalpan), rancho (olivar) del conde de Santiago, Zumpango, Tlalmanalco, pueblo de Calimaya, Tlauhcalpa, rancho de Abalos, ciudad de México, San Bartolomé Nahualcampan, rancho de Castañeda, rancho (hacienda) del conde de Miravalle, Tarasquillo, La Piedad, molinos de Santa Mónica, Ocojoac, Amacmecan, Santa Fe, San Jacinto. Hay 28 casos no especificados.

                   120

 


[1] De cualquier forma, la Parroquia de Tacubaya atendió a personas de otras partes del centro de la Nueva España, Por ejemplo: en la partida de nacimiento del hijo de don Pedro de Leyva y de la Cerda (hijo mayor del virrey conde de Baños) y de doña María de Alencastre y Sande, fechada el 10 de agosto de 1663, firmada por fray Diego Zapata, "predicador de su majestad" y fray Felipe García, ministro de doctrina de Tacubaya, se dice que al bautizado se le pusieron "la crisma y sagrados óleos en esta iglesia parroquial del pueblo de Tacubaya", Bautismos, Libro 3: 1655-1667, foja 40 anverso, Archivo Histórico de la Candelaria, en adelante AHC.

[2] Pedro Carrasco, Colección de documentos sobre Coyoacán, visita del oidor Gómez de Santillán al pueblo de Coyoacán y su sujeto Tacubaya en el año de 1553, Col. Científica Fuentes No. 39, México, INAH, 1976, p. 17.

[3] Ibid., pp. 17-18.

[4] Bautismos, Libro 4: 1667-1675, foja 29 reverso, AHC. La Hacienda de Olarte también era conocida como Hacienda

de Becerra o Hacienda de Santa María Nonoalco.

[5] Antonio Fernández del Castillo supone que el barrio de Huitzilan quedaba cerca del molino de Valdés. Tacubaya, historia, leyendas y personajes, México,  Edit. Porrúa, 1991, p. 112.

[6] Guillermo Tovar y de Teresa, Noticias históricas de la Delegación Miguel Hidalgo, México, Edit. Majona, S.A., 1976, p. 59.

[7] María del Rocío Gamiño, "El barrio de Tacubaya durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Sus monumentos artísticos", tesis de licenciatura en Historia, inédita, México, FFyL, UNAM, 1994, p. 28.

[8] Bautismos, Libro 3: 1655-1667, foja 4 anverso, AHC.

[9] Bautismos, Libro 3: 1655-1667, foja 28 anverso, AHC.

[10] Actualmente lo que fuera el molino de Santo Domingo se ha convertido en una zona residencial sobre Avenida Observatorio, frente al edificio del Meteorológico Nacional. Aún se observan restos de la arquitectura colonial, como serían la capilla, algunas trojes y el casco mismo del molino que se encuentra convertido en vivienda particular. Los restos del acueducto que traía agua desde Santa Fe forman parte de los jardines de dichas residencias.

[11] Cerca del barrio de Santiago Tequizquináhuac estaba el barrio de San Miguel Culhuacatzinco, que contaba, según Antonio Fernández del Castillo, con iglesia propia, "pero que no es la actual, porque la Parroquia de San Miguel o del Perpetuo Socorro es de construcción relativamente reciente". Asimismo, este autor aclara que "al otro lado de Chapultepec existió un pueblo llamado San Miguel Chapultepec que venía quedando más o menos en el lugar donde actualmente está el edificio de la Secretaría de Asistencia y Salubridad, junto a la Glorieta de los Leones. En nuestros días es frecuente llamar al antiguo San Miguel Culhuacatzingo como San Miguel Chapultepec, dada su proximidad con Chapultepec y en virtud de que el antiguo pueblo no ha dejado ni rastros de existencia". "Tacubaya", en México en el tiempo; el marco de la capital, Comp. Roberto Olavarria, México, Talleres de Excélsior, 1946, T. II, p. 188.

[12] Visita a la parroquia de Nuestra Señora de la Purificación de Tacubaya realizada por el arzobispo Manuel José Rubio y Salinas el día 14 de enero de 1754, Bautismos, Libro 10: 1747-1763, foja 65 anverso, AHC. Lo señalado entre corchetes es mío.

[13] Ibid., fojas 65 anverso y 65 reverso. Lo señalado entre corchetes es mío.

[14] Rocío Gamiño, op. cit., p. 53 y ss. Según Gamiño, a pesar de ser pueblo de indios, Tacubaya contó con una considerable cantidad de vecinos españoles quienes habitaron principalmente en la villa de Tacubaya (cabecera) y en el cuartel de San Diego.

[15] Ambos documentos, el Padrón y la Matrícula, fueron localizados por Gamiño en el Ramo Hospital de Jesús del AGN.

[16] Rocío Gamiño, op. cit., pp. 53-54.

[17] Esta cantidad únicamente considera a los indígenas cabeza de familia tributarios. Obviamente, habría que calcular el número global de vecinos indios multiplicando dicha cifra por cinco para tener un dato aproximado. Propongo este factor porque tomo en cuenta que, generalmente, se trata de individuos casados y que tienen 2 o 3 hijos por lo menos. De cualquier modo, Cook y Borah indican que para principios del siglo XVIII (1715-1733), "el factor apropiado para convertir a los tributarios... en población india total, sería 3.8". Sherburne F. Cook, y Woodrow Borah, Ensayos sobre historia de la población (México y California), Col. América Nuestra No. 29, México, Siglo XXI Editores, 1980, p. 24.

[18] Rocío Gamiño, op. cit., apéndice, p. 34.

[19] Se utilizaron los libros de Sacramental Bautismos, número 8, años 1732-1741, y de Sacramental Defunciones, número 3, años 1709-1732, y número 4, años 1732-1763, del AHC. Con los datos obtenidos se pudieron elaborar los cuadros que se incluyen al final de este escrito.

[20] Rocío Gamiño, op. cit., apéndice, pp. 51-52.

[21] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, foja 34 reverso, AHC

[22] Reseña histórica de la epidemiología. Desarrollo histórico de la epidemiología: su formación como disciplina científica, texto original de Sergio López-Moreno, Francisco Garrido-Latorre y Mauricio Hernández-Ávila, publicado en " Salud Pública de México 2000, 42(2): 133:143.

http://escuela.med.puc.cl/recursos/recepidem/introductorios3.htm, consultado el 15 de septiembre de 2010.

[23] Cfr. Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, Barcelona, S.A. Horta, I.E., 1943.

[24] Diccionario de Autoridades, Tomo Tercero, facsímil, Madrid, RAE, Editorial Gredos, 1964, pp. 535-536.

[25] Edmundo O’Gorman, (director), Fray Toribio Motolinía, El libro perdido, Ensayo de reconstrucción de la obra histórica extraviada de fray Toribio, México, CNCA, 1989. Véanse en particular las páginas 42-43 y 512-513.

[26] Rémi Siméon, Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana, México, Siglo XXI Editores, 1984, p. 71 y p. 258.

[27] Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español (1519-1810), México, Siglo XXI Editores, 1984, p. 460 y p. 462.

[28] Elsa Malvido, “Efectos de las epidemias y hambrunas en la población colonial de México (1519-1810)” apud  Luise M. Enkerlin P., “La Iglesia ante una peste: el caso del matlazahuatl (1736-1739) en Michoacán. Un primer acercamiento”, pp. 187-209, en Estudios Michoacanos VI, Víctor Gabriel Muro González, coordinador, Colección Estudios, México, El Colegio de Michoacán, 1995, pp. 188-189.

[29] Iván Escamilla, “Epidemia en México: dejemos de comportarnos como si fuera la primera vez”, http://deaquipalreal.arts-history.mx/entrada.php?id=246, consultado el 31 de agosto de 2010.

[30] La historiadora Elsa Malvido rechaza que se trate de tifo ya que el tipo de ratas [negras] que había en el siglo XVIII en la Nueva España no eran las transmisoras de esta enfermedad. Recuérdese que las ratas fueron traídas por los españoles en sus barcos cuando conquistaron México. Observación transmitida durante la presentación de esta ponencia el 21 de septiembre de 2010. CONFIRMAR INFORMACIÓN CON TEXTOS ACTUALES DE E.M.

[31] José Luis Raigoza Quiñónez, Universidad Autónoma de Zacatecas, Factores de influencia para la transmisión  y difusión del matlazáhuatl en Zacatecas: 1737-38, en Scripta Nova, REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES, Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788 begin_of_the_skype_highlighting. end_of_the_skype_highlDepósito Legal: B. 21.741-98. Vol. X, núm. 218 (30), 1 de agosto de 2006.

[32] A continuación se detallan: 2 de enero, indio, 6 años; 3 de enero, loba, 2 años; 5 de enero, india, 6 años; 8 de enero, india, 2 años; 8 de enero, indio, 1 año; 8 de enero, india, 6 meses; 9 de enero, española, 1 año; 9 de enero, indio, 2 meses; 9 de enero, indio, 5 años; 11 de enero, india, 2 años; 14 de enero, indio, 3 años; 17 de enero, española, 4 años; 18 de enero, indio, 4 años; 19 de enero, india, 4 años; 23 de enero, india, 4 meses; 24 de enero, india, 2 años; 25 de enero, indio, 3 años; 25 de enero, indio, 8 años; 25 de enero, india, 3 años; 27 de enero, india, 8 años; 27 de enero, mulata, 15 años; 27 de enero, mestiza, 10 años; 28 de enero, india, 1 año; 28 de enero, mulato, 6 años; 28 de enero, india, 4 años; 29 de enero, indio, 3 meses; 29 de enero, india, 1 año (Defunciones, Libro 4: 1732-1763, fojas 22 reverso a la 24 anverso).

[33] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, fojas 18 anverso y 18 reverso, AHC.

[34] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, fojas 24 anverso y 24 reverso, AHC.

[35] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, foja 61 reverso, AHC. Lo señalado entre corchetes es mío.

[36] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, foja 60 reverso, foja 62 anverso y foja 63 anverso, AHC. Lo señalado entre corchetes es mío.

[37] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, foja 63 anverso, AHC.

[38] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, foja 35 reverso, AHC.

[39] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, foja 55 reverso, AHC.

[40] Defunciones, Libro 4: 1732-1763, fojas 65 anverso a 69 reverso, AHC.

[41] Luise M. Enkerlin P., op. cit., pp. 190-191.

[42] Fotografía digital tomada por Martha Delfín Guillaumin el 2 de septiembre de 2008, Documento legal sobre la disputa por la herencia de un farmacéutico, Caja 26, Disciplinar, providencias, visita pastoral, cuentas, 7 volúmenes, 1754-1962, Archivo Histórico de la Parroquia de Tingambato, Michoacán (AHT).

[43] Luise M. Enkerlin P., op. cit., p. 208.

[44] Iván Escamilla, “Epidemia en México: dejemos de comportarnos como si fuera la primera vez”, http://deaquipalreal.arts-history.mx/entrada.php?id=246, consultado el 31 de agosto de 2010.

 

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