Los cuatro barrios indígenas de Tacubaya que participaron en la construcción de la iglesia y convento de Nuestra Señora de la Purificación: la herencia patrimonial como pueblo de indios que aún se observa en el claustro
1er. Congreso Internacional de historia de la Orden de Predicadores en América.
Autora: Dra. Martha Delfín Guillaumin
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El propósito de este breve escrito es dar a conocer algunos aspectos de la labor dominicana en Tacubaya durante el período colonial, particularmente, la relación con los artesanos, carpinteros y albañiles indígenas que participaron en la construcción del claustro y del convento dejando la manifestación de su arte en varias de sus estructuras.
Geológicamente, Tacubaya se ubica en la Cuenca o Valle de México. Es difícil imaginarnos su antigua apariencia puesto que ahora se encuentra cubierta de edificios, casas y calles de asfalto y concreto. Pero se sabe que ha sido zona boscosa de encinos y pinos con lomeríos y escurrimientos de agua que originaron al río de Tacubaya y al río Becerra, los cuales se unían al río de la Piedad (actualmente entubado). Según Gamiño, "Tacubaya comprende fundamentalmente una zona de lomeríos y una parte de la planicie hacia lo que fue la Cuenca de México". El clima de Tacubaya es templado, moderado lluvioso, pero durante el invierno la temperatura puede bajar sensiblemente.[1]
Existen en su lomerío depósitos de arenas de origen volcánico que han servido y sirven como material de construcción; en su momento, los mexicas llevaron tierra de Tacubaya para construir su ciudad capital.[2] Se sabe también que en la época colonial "cuando se conquistó la ciudad de México, se decidió que no iba a ser una ciudad lacustre, sino que sus canales iban a ser rellenados de tierra y arena. De Tacubaya se trajo toda la necesaria, y así se pudo cimentar la ciudad debidamente".[3] De esta manera, Tacubaya presentaba desde la época prehispánica condiciones favorables para los asentamientos humanos: clima benigno, ríos y manantiales, y una situación geográfica que, al encontrarse por encima del nivel lacustre, no estuvo sujeta a inundaciones. Esta última circunstancia fue aprovechada durante la colonia cuando hubo inundaciones en la ciudad de México, como la del año de 1604 en que se llegó a planear, inclusive, trasladar la capital de la Nueva España a Tacubaya, proyecto que no se concretó por ser sumamente costoso.
Mapa de Upsala, Ciudad de México y poblados aledaños, 1550[4]
Tacubaya en el Mapa de Upsala, 1550[5]
En la época prehispánica, al parecer, la población de Atlacoloayan (Tacubaya) estaba situada cerca de donde después se fundó el molino de Valdés (limítrofe con Santa Fe) y el lugar era conocido como Coamalacatitlan: “La existencia de Tacubaya es anterior a la preponderancia de los aztecas, estaba situada antes en la parte más alta de la actual población, arriba del molino de Valdés, conocida hoy [1882] por tierras de Coamalacatitlan.”[6] Durante el virreinato, los barrios sujetos de Tacubaya fueron, seguramente, una continuación de la división prehispánica: Cihuatecpa (Xihuatecpa), Tezcacoac, Tlacateco, Huitzilan, Nonoalco, Culhuacatzingo, Tequizquinahuac, Xochihuacan y Tlacacoca. Según afirma Antonio Fernández del Castillo, cronista de Tacubaya, en Tacubaya se le rendía culto a la diosa Cihuacóatl y seguramente a su adoratorio se le conocía como Cihuatecpan o Palacio de la Señora.[7]
Los barrios de Tacubaya colonial[8]
Al iniciarse la época colonial, Tacubaya pasó a formar parte de los dominios de Hernán Cortés. Tacubaya quedó comprendida dentro de los límites del marquesado del Valle que incluía 22 villas y 23,000 vasallos. Tacubaya, posteriormente, quedó como pueblo sujeto dependiente de la jurisdicción o corregimiento de Coyoacán, por lo que contaba con un teniente de corregidor que dependía del corregidor de Coyoacán. Este teniente era asistido generalmente por escribanos e intérpretes de lengua indígena. Cabe señalar que las fértiles tierras de Tacubaya fueron utilizadas a lo largo del periodo virreinal para sembrar maíz, trigo, cebada, frijol, vid, olivo, y diversos frutales como peras, duraznos, manzanas, ciruelas, chabacanos, granadas, membrillos, naranjas y limones. Las caídas de agua fueron aprovechadas como fuerza motriz en los molinos de trigo que surtían grandes cantidades de harina a la ciudad de México.[9]
En mayo de 1553, durante la visita realizada por el oidor del rey, Gómez de Santillán, al pueblo de Coyoacán y su sujeto Tacubaya, aparecen los frailes dominicos como encargados de la labor evangelizadora en ambos poblados. En el testimonio de Mateo, indio vecino de Tescocoaque (Tetzcacoac), cuando contesta a la pregunta: “de que si tienen en el dicho pueblo doctrina cristiana y si van a misa y quien les enseña la doctrina cristiana y dónde oyen misa y si se confiesan y casan y bautizan sus hijos y dónde y quien hace lo susodicho y les administran los santos sacramentos, dijo que en este dicho pueblo los domingos y fiestas algunas veces les dicen la doctrina cristiana en el monasterio de él, dos indios que el uno se dice Martín Gonzalo y el otro no sabe quién y cómo se llama, y que otras veces van al pueblo de Cuyuacan que está una legua de este dicho y allí los frailes que allí están les hacen decir la doctrina cristiana y les dicen misa algunos domingos y fiestas y otras veces cuando los dichos frailes vienen a este dicho pueblo la oyen y que esta misma orden se tiene en bautizar sus hijos y en confesar y en todos los demás sacramentos.”[10]
Se sabe que en 1556 el fraile dominico Lorenzo de la Asunción empezó la construcción en el sitio donde estuvo un templo dedicado a la diosa Cihuacóatl. Mientras su fábrica concluía, se había levantado una capilla abierta "a un lado de lo que iba a ser la fachada de la iglesia"[11]; en nuestros días, todavía se observa la triple arquería de lo que fuera esta capilla abierta, actual Portal de Peregrinos que da acceso al archivo de la iglesia, y que encierra una portada tequitqui, arte indígena. La mano de obra que fue utilizada para realizar la fábrica del convento fue proporcionada por los indígenas locales. En el claustro bajo se encuentran labrados los nombres de los barrios que participaron en la construcción: Tlacateco (al lado dice 1591 A°S), esta inscripción señala hacia el noroeste; Tezcacohoac, hacia el suroeste; Nonohualco, hacia el sureste, y Cihuatecpa, hacia el noreste.
En el informe referido de la visita del oidor Gómez de Santillán aparecen noticias interesantes sobre los dominicos y los indígenas en Tacubaya. En éste se menciona que los frailes venían de visita, a dar misa y administrar los sacramentos, desde Coyoacán; que había en Tacubaya un convento en donde dos indios se encargaban de dar la doctrina cristiana algunos domingos y días de fiesta; y que ciertos indios de Tacubaya prestaban sus servicios en el mantenimiento del mencionado convento: “y que en la iglesia andan siempre seis indios, ordinariamente cuatro en la huerta y dos que guisan de comer.”[12]
Un ejemplo de colaboración económica por parte de los indígenas para sobrellevar los gastos del monasterio, lo tenemos en Joan Toquiasuchil, macegual de Tlacaquen (Tlacacocan), quien informaba que: ...asimismo, da cinco cacaos cada pascua para comprar rosas para la iglesia de este dicho pueblo los cuales da a los tequitatos del dicho su barrio. De igual manera, Andrés Yautle, macegual de Culnazalcinco (Culhuacatzinco), "todas las pasquas del año" daba: cinco cacaos que le piden los tequitatos del dicho su barrio diciendo que son para rosas para la iglesia de este dicho pueblo. Por cierto, este personaje tenía bajo su responsabilidad, desde hacía cuatro años, el recoger a los niños para la doctrina cristiana, además de cumplir con todas las otras cargas de trabajo en servicios personales y públicos, y pagar sus tributos oportunamente. Como era demasiado el peso de sus obligaciones, sus hijos debían dar "de cuarenta en cuarenta días dos cargas de leña y tres de yerba" para ayudar a su cumplimiento.[13]
Asimismo, a través de este informe de la visita del oidor Gómez de Santillán, se sabe que los oficiales carpinteros de Tacubaya, a saber, Alonso Mysqua, Gaspar Temoque, Pedro Quautle, Pedro Tuspan, Martín Huycil, Domingo Quiaut y Joan Yautlel, habían "hecho para la iglesia", por lo menos, veinte pares de puertas durante los dos años anteriores a la visita de Gómez de Santillana, es decir, desde 1551. Tal cantidad de puertas me permite asumir que la construcción del convento se venía realizando desde ese entonces. Este trabajo había sido efectuado por orden del cacique gobernador, don Toribio, y de las demás autoridades indígenas del pueblo sin haber recibido los carpinteros la paga correspondiente por ello: “Y que para todo lo que dicho tiene ellos han puesto y traido del monte toda la madera que ha sido menester a su costa y que al presente son idos ocho oficiales carpinteros sus compañeros por madera al monte para puertas, lo qual todo han hecho sin les pagar el dicho gobernador, alcalde y regidores y principales del dicho pueblo cosa alguna.”[14]
Inscripciones en el claustro bajo con los nombres de los barrios que participaron en la construcción: Tlacateco, Tezcacohoac, Nonohualco y Cihuatecpa. Portal de peregrinos (capilla abierta) de la Parroquia de la Candelaria [15]
Los oficiales carpinteros llevaron representadas en una "pintura" las obras por ellos realizadas, y pidieron encarecidamente al oidor que se les hiciera justicia para recibir el importe de las mismas. Sea de esto lo que fuere, esta información resulta bastante importante para determinar que desde 1551 se estaba construyendo ya la iglesia y convento de Nuestra Señora de la Purificación de Tacubaya.
Antonio Fernández del Castillo toma por cierto el dato de que fray Lorenzo de la Asunción empezó la construcción hacia 1556 "en el sitio donde estuvo un templo dedicado a la diosa Cihuacóatl en donde los niños recibían educación".[16] Fray Lorenzo de la Asunción seguramente pasó a la Nueva España antes de 1552. Aprendió muy bien el náhuatl y fue por más de treinta años ministro y predicador de los indios en la llamada Nación Mexicana. Fue vicario de los conventos de Azcapotzalco, Coyoacán, Tacubaya, Tepoztlán y Yautepec.[17] Entre 1563 y 1582, probablemente, fray Lorenzo de la Asunción vivió en Azcapotzalco y Tacubaya. Según refieren las crónicas de la Orden de Predicadores, los indios lo amaban y respetaban, particularmente, los de las villas de Coyoacán, Tacubaya, Azcapotzalco y Yautepec, sitios en donde realizó la mayor parte de su ministerio y predicación.[18] A fray Lorenzo de la Asunción se le atribuye la construcción de los conventos de Nuestra Señora de la Purificación de Tacubaya, de Santa María de Yautepec, y San Felipe y Santiago de Azcapotzalco.[19]
No se sabe cuánto dinero aportaron para la obra los indígenas de Tacubaya, sin embargo, se puede estimar si se toma en cuenta que para la construcción de una cerca del Convento Mayor de San Francisco de la ciudad de México, en 1553, los indios maceguales tributarios de Tacubaya declaraban al oidor Gómez de Santillán haber cooperado con la cantidad de medio tomín, un tomín o veinte cacaos por persona. [20]
Tacubaya se caracterizó, durante el siglo XVI, por proporcionar gran número de albañiles para el trabajo urbano,[21] tal como se aprecia en la visita del oidor Gómez de Santillán a Tacubaya en 1553 cuando los indígenas tributarios declaraban haber trabajado en varias obras de construcción: “Preguntado que digan y declaren qué tanta gente fue y se ocupó en la obra de la cerca del monasterio del Señor San Francisco dijeron por la dicha lengua que fueron trescientos hombres y más, y asimismo dijeron que en la obra de la fuente de Chapultepec han trabajado un día y que allá fueron doscientos maceguales y que con éstos no gastaron cosa alguna de lo que así recogieron, y que a cualesquiera obras otras que el don Antonio, gobernador de Tacuba, les manda que vayan, van juntamente con el pueblo de Coyoacán y que a las dichas obras van porque el dicho don Antonio dice que el dicho señor visorrey lo manda, y que esto que tienen declarado es la verdad.”[22]
También manifestaron haber participado en la construcción del "camino de las Carboneras de Diego de Ribera y el camino que va a los Zacatecas desde el pueblo de Azcapotzalco".[23] Asimismo, por este documento se sabe que, en Tacubaya, los indígenas se especializaban en diferentes oficios: Y después de lo susodicho en el dicho pueblo de Atlacubaya, doce días del dicho mes de mayo y del dicho año de mil y quinientos y cincuenta y tres años, el dicho señor oidor por lengua del dicho Francisco Muñoz, intérprete, mandó a los dichos alcaldes y principales del dicho pueblo de Atlacubaya que traigan y exhiban ante su merced la pintura que tienen de todos los oficiales de carpinteros, albañiles, carreteros y de todos los demás oficios que hay en el dicho pueblo y de los mercaderes y principales de él.[24]
Sancho Basstan de la Raedo, vecino de la villa de Tacubaya digo que en los términos de ella tengo una labor y huerta en que beneficio cantidad de trigo y maíz para cuyo beneficio tengo necesidad de dos indios ordinarios cada semana. A vuestra excelencia pido y suplico se sirva de mandar se me den de aquel repartimiento atento a ser importante la dicha labor y huerta (18 de noviembre de 1606)[25]
Para terminar este escrito, deseo incluir las palabras de Rebecca Horn sobre la destreza y disponibilidad de los trabajadores indígenas de Tacubaya relacionados con la construcción. Horn nos dice que:
Los carpinteros, albañiles y encaladores de [Tacubaya] trabajaron bajo el sistema de repartimiento, principalmente para la vecina ciudad de México. Los indios de Tacubaya también se vieron sujetos a las demandas de materiales de construcción, incluyendo piedra, tezontle, adobe y cal. La abundancia local de materiales de construcción y la extensa especialización artesanal entre los tlaxilacalli de Tacubaya es por demás difícil de determinar. […] La proximidad de la ciudad de México pudo asimismo acrecentar la confianza de Tacubaya para la industria de la construcción, no sólo al fungir como mercado, sino al limitar las oportunidades de subsistencia debido al enajenamiento de tierras por parte de españoles en el transcurso del siglo XVI.[26]
Considero que los frailes dominicos establecieron una relación religiosa y de trabajo con los habitantes del pueblo indígena de Tacubaya, la muestra de ello quedó reflejada en la hechura del templo y convento, y en el archivo histórico parroquial que nos narra, a través de sus documentos, algo de ellos, es decir, sus nacimientos, presentaciones, matrimonios, defunciones, epidemias, visitas de los obispos e información sobre los barrios de Tacubaya y sus pueblos vecinos. Tacubaya sigue celebrando la fiesta del 2 de febrero dedicada a la Candelaria y la gente de Santa Fe baja a unirse al festejo que ha sido motivo de júbilo y devoción desde el siglo XVI.
[1] María del Rocío Gamiño, "El barrio de Tacubaya durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Sus monumentos artísticos", tesis de licenciatura en Historia, inédita, México, FFyL, UNAM, 1994, pp. 20-22. [2] Antonio Fernández del Castillo, Antonio Fernández del Castillo, Tacubaya, historia, leyendas y personajes, México, Editorial Porrúa, 1991, p. 21. [3] Guillermo Tovar y de Teresa, Noticias históricas de la Delegación Miguel Hidalgo, Edit. Majona, México, 1976, p. 58. Cfr. Antonio Fernández del Castillo, Ibid., pp. 2-3. [4] Carmen Medina, “De Tenochtitlan a Uppsala – La historia del Mapa de México”, Coloquio de Cultura Mexicana, Universidad de Uppsala - Universidad de Guadalajara, 2007, http://www.naua.se/Mexico07/Pub/Documentos/Carmen_Medina_P.pdf (Consultado el 23 de abril de 2013). [5] http://systems-of-representation.uiah.fi/map_of_mexico/mapview/mom2 (Consultado el 23 de abril de 2013). [6] Manuel Rivera Cambas, México pintoresco, artístico y monumental, México, Edit. del Valle de México, 1981, pp. 373-374. [7] Antonio Fernández del Castillo, op.cit., p. 46 y p. 110. [8] Araceli García Parra y María Martha Bustamante Harfush, Tacubaya en la memoria, México, Coedición Universidad Iberoamericana, Gobierno de la Ciudad de México, 1999, p. 20. [9] María del Rocío Gamiño, op. cit., pp. 56-57. [10] Pedro Carrasco, Colección de documentos sobre Coyoacán, visita del oidor Gómez de Santillán al pueblo de Coyoacán y su sujeto Tacubaya en el año de 1553, Col. Científica Fuentes No. 39, INAH, México, 1976, p. 32. En adelante CDC. [11] Antonio Fernández del Castillo, op. cit., pp. 110-111. [12] CDC, op. cit., p. 56. [13] Ibid., p. 36 y p. 44. [14] Ibid., pp.51-52. [15] Imágenes tomadas de http://www.flickr.com/photos/eltb/4758060278/in/set-72157611501389572/ (Consultado el 15 de abril de 2013). [16] Antonio Fernández del Castillo, op. cit., 1991, p. 110. [17] Santiago Rodríguez, Tacubaya, frailes dominicos de la primera época, texto mimeografiado, México, p. 5. [18] Idem. [19] George Kubler propone los periodos de construcción 1560-1570 y 1590-1600; además, menciona las inscripciones que se hallan en las esquinas del claustro y que "ostentan las fechas entre 1590 y 1597, y se asocian a los nombres de las comunidades que proporcionaron la mano de obra para la reconstrucción de aquella época" en la que registra 640 tributarios en la villa de Tacubaya. George Kubler, Arquitectura mexicana del siglo XVI, FCE, México, 1984, pp. 36, pp. 69-70, p. 636 y p. 639. [20] CDC, op. cit., p. 30, p. 33, p. 47 y p. 50. [21] Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español (1519-1810), México, Siglo XXI Editores, 1984, p. 360. [22] CDC, op. cit., p. 27. Vale señalar que Guillermo Prieto escribió un texto donde narra que había pasado la Semana Santa en Tacubaya en 1840. En este escrito llama la atención lo que Prieto menciona sobre los trabajos que realizaban sus vecinos para tal acontecimiento: “En una casa apartada del pueblo verificábanse las juntas de carpinteros, herreros, carretoneros de los molinos, campesinos y gente fervorosa y beata para las fiestas cristianas.” Tramoya, México, Universidad Veracruzana, enero-marzo 1979, Nº 14, p. 95. [23] Ibid., p. 30. [24] Ibid., p. 19. [25] Archivo General de la Nación, Instituciones Coloniales, Indiferente Virreinal, Expediente 20, Indios, Caja 1289, 1 foja, año 1606. [26] Rebecca Horn, “Coyoacán: aspectos de la organización sociopolítica y económica indígena en el centro de México (1550-1650)”, pp. 31-55, en Revista Historias, N° 29, octubre 1992-marzo 1993, México, DEH-INAH, p. 38.
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