VASIJA LENTICULAR (LOS CIPRESES). |
La Cultura de El Argar se desarrolló a lo largo de lII milenio a.C., en una amplia zona del sureste peninsular que corresponde a las actuales provincias de Almería, Granada, Murcia, parte de Jaén, Albacete y Alicante. El medio es que vivieron las gentes de El Argar no era el actual. Debió de existir mayor extensión de bosques de pinos, carrascas y sabinas, mayor caudal de agua en ramblas y ríos, gran riqueza faunística (ciervo, jabalí, cabra, liebre, etc.) y la presencia de pequeños espacios abiertos (praderas) que la acción numana y los cambios climáticos aumentaron. El medio geográfico condicionó el emplazamiento de los poblados argáricos. Generalmente se sitúan proximos a nacimientos o ramblas, dominando las tierras de aprovechamiento agrícola, pastoril o minero. Los poblados argáricos se establecen en elevaciones naturales y en llano. Los asentamientos en cerro cierran las zonas de fácil acceso con murallas, que pueden disponer de torres cuadrangulares adosadas como en el cerro de las Viñas (Coy). Otro tipo de poblados se asientan en llano, con casas aisladas sin ningún tipo de construcción defensiva. Este modelo de poblamiento en llanura se está documentando actualmente en la comarca de Lorca con las excavaciones de El Rincón de Almendricos y Los Cipreses. |
En el interior de los poblados se abrían calles que permitían la
circulación entre las distintas agrupaciones de casas, se construían cisternas, hornos,
torres y grandes espacios comunales para guardar el ganado o como lugares de reunión. La casa argárica se construye de forma rectangular, cuadrada, absidal, trapezoidal o semicircular. Los muros exteriores en las casas de El Rincón de Almendricos son de piedra reforzados en todo el perímetro con postes de madera verticales. Lus muros interiores podían ser de adobe dispuesto sobre un zócalo de piedra. El adobe que formaba la techumbre se quemaba para hacerlo más compacto e impermeable. Las casas a la vez que servían de vivienda eran el lugar de trabajo, hallándose en su interior el hogar, las tinajas de almacenamiento, el telar, los molinos y toda una serie de restos que permiten reconstruir a los arqueólogos la forma de vida de las gentes de El Argar. Las excavaciones de poblados facilitan un gran número de molinos que permiten deducir la importancia del cultivo del cereal y su posterior transformación. La reconstrucción de la molienda (pedestal sala 3) intenta ilustrar un trabajo cotidiano y de gran importancia para la dieta argárica. |
RECONSTRUCCIÓN DE LA MOLIENDA ARGÁRICA. |
Una de las actividades más importantes de estos pueblos fue la relacionada con la agricultura. La reconstrucción de algunos útiles como la hoz y la azuela, nos aproximan al cultibo de la tierra y al trabajo de la madera.
Se fabricaron diversidad de útiles en piedra: molinos, brazaletes de arquero, hachas, cuentas de collar, mazas, etc.
El hueso producto de la ganadería y de la caza, se continúa trabajando para la elaboración de agujas, varillas, cuentas, etc.
MOLDE DE FUNDICIÓN (EL OFICIO).
La actividad metalúrgica alcanza un gran desarrollo en la Cultura Argárica. La riqueza en afloramientos de mineral de cobre en la comarca de Lorca, se concrentra en varios puntos de la sierra de la tercia y en la sierra de Enmedio.
El proceso de explotación del cobre se iniciaba con la extracción del mineral por medio de mazas y martillos de piedra, se trituraba en morteros y se fundía en una tinaja de arcilla o en crisoles de barro. El mineral una vez fundido, se vertía en moldes que tenían la forma del objeto que se quería realizar. Los análisis de objetos de cobre han demostrado que este mineral en su estado natural es portador de otros metales (arsénico, antimonio, plomo, etc.) que se alean de forma natural en el proceso de fundición, dando al objeto una mayor dureza.
HACHAS Y PUNTAS DE COBRE DE EL CERRO NEGRO DE UGÉJAR Y CARRACLACA. ESPIRALES DE PLATA DE SAN JUAN (LORCA).
Parte de esta vitrina recoge los elementos que se empleaban en el proceso de extracción y de fabricación de armas y útiles de metal. Junto al crisol con restos de fundición procedente de Topares, podemos observar un molde de punzones hallado en El Oficio (Almería).
La mayoría de los objetos metálicos recogidos en esta vitrina pertenecen a enterramientos. Las piezas de cobre o bronce son:
-Punzones procedentes del Barranco de la Viuda y El Oficio.
-Puñales correspondientes a tumbas de los poblados de carraclaca, los derramadores, cañada de mena y barranco de la viuda.
-Puntas de flecha de el Chopillo.
Entre los objetos de adorno destacan unas espirales de plata procedentes de El Cerro de la Cruz, una de las cuales lleva un colgante de forma cilíndrica.
TULIPA (LOS DERRAMADORES).
Los únicos restos de tejido argárico que han pervivido fueron elaborados en lino, que aparece generalmente conservado en las oxidaciones de los útiles de metal (vitrina 2). Otros materiales empleados fueron el esparto y la lana.
El telar vertical se situaba en el interior de la casa, próximo a la entrada o al hogar para disponer de luz suficiente.
Las pesas de telar y las fusayolas son los testimonios materiales de la artesanía textil de esteperíodo prehistórico, y ambas se realizaban con barro secado al sol.
OLLA (CABEZO NEGRO DE UGEJAR).
Parte de esta vitrina muestra una diversidad de tipos de pesas de telar. Las pesas circulares provienen de los poblados de El Oficio, la Alquería de Beas y Zapata, mientras que la pesa cónica pertenece al yacimiento del K.11.
Junto a las pesas de telar se muestran unos grandes contrapesos rectangulares con cuatro perforaciones, hallados en el Oficio y en las excavaciones de la calle Ruvira.
OLLA (CAÑADA DE MENA).
La calidad de las cerámicas argáricas demuestra una alta especialización, un dominio de la técnica y un gran comercio de los centros alfareros.
La cerámica se modelaba a mano y generalmente no presentaba decoración. La superficie exterior pulida ofrece un brillo característico, acentuado en las piezas bruñidas.
Las vasijas cerámicas tuvieron una doble finalidad: vajilla de cocina y cerámica funeraria.
VASO POLÍPODO (LADERAS DEL CERRO DEL CASTILLO DE LORCA).
TULIPA (CERRO NEGRO DE JOFRE).
Esta vitrina muestra la diversidad de formas que ofrece la cerámica argárica, agrupada siguiendo la tipología propuesta por Luis Siret a finales del siglo XIX, que pervive en la actualidad, aun cuando hay nuevas formas.
Cuencos (formas 1 y 2) de El Oficio; vasijas globulares y esféricas (formas 3 y 4) de cañada de mena; vaso polípodo hallado en las laderas del cerro del Castillo de Lorca; tulipas (forma 5) de El Cerro de la Cruz, El oficio y los Derramadores; vasija lenticular (forma 6) de los Cipreses; copas (forma 7) de cañada de mena y Zapata; vasos (forma 8) de cañada de Mena y el Oficio.
TULIPA (CALLE ZAPATERIA).
El enterramiento característico de la cultura de El Argar es la inhumación individual en el interior de los poblados, en el subsuelo de las casas o próximos a ellas. hay varios tipos de tumba: covacha, fosa, cista y urna. El cadáver era enterrado en cuclillas, vestido y con un ajuar compuesto por objetos de metal (útiles y armas), cerámica y objetos de adorno personal.
Los recipientes cerámicos y los restos de huesos de animal en el interior de las tumbas, demuestra un rito de enterramiento en el que suministraban comida y bebida para un viaje al más allá.
La situación de las tumbas en el interior del poblado sugiere una estrecha relación entre vivos y muertos y un posible culto a los antepasados.
CUENQUECITOS DE FONDO PLANO (CABEZO NEGRO DE UGEJAR).
Enterramiento en urna procedente de El oficio. La tapadera para que encajara perfectamente en la boca de la urna, presenta un rebaje en el interior.
Enterramiento realizado con dos urnas afrontadas hallado en la calle zapatería 11.
Cista argárica procedente de la calle zapatería, que contenía un enterramiento infantil dispuesto en posición fetal. El material con que se realizan las cistas era variado, y estaba en relación a las canteras más próximas al poblado. En la calle zapatería se empleó el yeso, en El Rincón de Almendricos la pizarra y en otros yacimientos argáricos (Fuente Alamo) la caliza.
Cenotafio argárico procedente de la calle zapatería. La vasija carenada contiene en su interior otra tulipa, un puñal de seis remaches y los huesos de la pata de un ovicáprido.
Recoge diversos objetos procedentes de varias tumbas de la comarca: calle zapatería, San Juan (Lorca), Los Cipreses, Los Derramadores y cerro negro de Jofre.
Esta vitrina representa objetos de varios poblados argáricos: Barranco de la Viuda, zapata, Cañada de Mena, felí y Los Cipreses.
COPA (CABEZO NEGRO DE UGEJAR).
El yacimiento argárico de Cabezo Negro de Ugéjar, ubicado en la pedanía lorquina de Ramonete, fue excavado por la Universidad de barcelona en 1977, con el objetivo de situar este núcleo de poblamiento desde el punto de vista cultural y cronológico. La excavación permitió documentar un poblado de casas agrupadas por terrazas, cuya principal actividad debió ser la agricultura. La fas de apogeo de este yacimiento se puede fechar entre el 1600 y 1500 aC., aunque su inicio se remonta al eneolítico y pervive hasta el Bronce tardío.
COPA (CABEZ NEGRO DE UGEJAR).
Algunas piezas situadas en la parte inferior de la vitrina (vasija piriforme, cuencos) documantan la fase eneolítica del poblado de El cabezo Negro.
La alfarería argárica de este poblado ilustra muy bien la variedad de los diversos tipos de ollas, formas carenadas, copas y vasitos.
Esta vitrina muestra diversas cerámicas de El cabezo Negro. Entre la variedad de cuencos (formas 1 y 2) destacan un conjunto de pequeños recipientes de fodo plano, cuya cronología podría llevarse a un Bronce Tardío.
Completan esta vitrina una pulsera y dos hachas de cobre o bronce, así como la reconstrucción del enmangue de un hacha, siguiendo el tipo hallado junto al hombre de los Alpes.
CUENCO (FELÍ).
La continuidad del poblamiento en la comarca del Alto Guadalentín durante los períodos del bronce Tardío y Final está escasamente documentada. Los restos materiales que nos permiten aproximarnos a estas sociedades postargáricas, provienen en su mayor parte de poblados con una larga perduración cuyos orígenes pueden remontarse al III milenio a..C.
El poblado de mayor entidad durante el cambio del II al I milenio a.C. en la comarca, continuaría siendo el situado en las laderas del cerro del castillo de Lorca, cuyos habitantes laborearían las fértiles tierras de la vega y controlarían por su estratégica situación, las corrientes comerciales que se producirían por la importante vía natural de comunicación que forma la cuenca del Guadalentín. Completarían la explotación agrícola una serie de pequeños poblados distribuídos por el valle. un ejemplo de este tipo de núcleos ruarales se ha documentado por restos superficiales en una de las márgenes de la rambla de la Peladilla. Otros asentamientos que han ofrecido materiales de estos períodos culturales son la Alquería de beas y felí, situados en elevaciones que facilitaban el control de una amplia zona de explotación y los respectivos pasos del Puntarrón y la carrasquilla, vías naturales de paso entre la costa y el interior.
En la zona litoral junto a poblados de larga perduración con una economía básicamente agropecuaria (Cabezo Negro de Ugéjar), existieron otros núcleos vinculados a una economía basada en la metalurgia del cobre y su comercialización (Complejo Parazuelos-Ceperos).
La única necrópolis del Bronce Final excavada en Lorca es la localizada en las proximidades de Parazuelos, en el paraje denominado llano de Los Ceperos, donde se documentaron una serie de urnas de incineración fechadas a mediados del siglo VIII a.C.
Las piezas expuestas nos permiten ilustrar los cambios que se generalizan en las formas cerámicas durante el paso al I milenio a.C. Los alfareros que continuan elaborando la cerámica a mano aportan nuevos tipos, como la cazuela troncocónica hallada en la calle Zapatería (Lorca), los cuenquecitos y cuencos carenados procedentes del cabezo Negro de Ugéjar, Alquería de Beas y calle Zapatería, y la orza de la Alquería de beas. Una pieza destacada tanto por sus características formales como decorativas, es el vaso polípodo de la Alquería de beas que presenta toda su superficie ornamentada con pequeños tetones.
Completan la vitrina una fusayola y un cincel de la Alquería de Beas, unas pesas de telar procedentes del poblado de la Peladilla y un enterramiento en urnas afrontadas hallado al hacer obras de alcantarillado en la calle zapatería.
HACHA Y PUNTAS DE FECHA (CABEZO DE LAS PUPAS).
La comarca del Alto Guadalentín cuenta con una documentación poco significativa para el período que precede a la cultura ibérica. Posiblemente el cerro del castillo de Lorca por su estratégica situación dominando una importante vía natural de paso, estuvo poblado durante los siglos VII y VI por una población indígena, heredera de las tradiciones del Bronce, que recibiría las influencias del comercio colonial.
otros poblados preibéricos próximos a Lorca se localizan en la rambla de Torrealvilla, en Cañada de Alba y en Vilerda. en el litoral lorquino se testimonia este período cultural en el yacimiento del cabezo de las Pupas, ubicado en un cerro que domina un pequeño valle con importantes recursos naturales.
VASO POLÍPODO (ALQUERÍA DE BEAS).
Los escasos restos preibéricos que se exponen son: un vasito y una vasija globular pintada de Torrealvilla, una punta de flecha de cobre y varios fragmentos de techumbre de adobe con improntas del cabezo de las Pupas.
PLATO, VASOS Y OLLA (TORRE DE SANCHO MANUEL).
Se completa la vitrina con algunos de los materiales ibéricos que han proporcionado las excavaciones de la calle Ruvira y de la Torre de sancho Manuel. En esta última excvación se han podido constatar varias fases de ocupación en un dilatado período de tiempo, que abarcaría desde el Bronce Final hasta el medievo. Los materiales expuestos pertenecen a dos fases de ocupación de este núcleo rural. Un conjunto cerámico del s.IV a.C., formado por dos vasos de perfil moldurado, un plato y una olla, apareció cobre el suelo de una habitación cuadrangular, mientras que las otras piezas expuestas (reposadero, pesa de telar, etc.) de este yacimiento, fueron halladas en una balsa junto a cerámica romana campaniense del s.II a.C.
DECANTADOR (LAS CABEZUELAS).
Los griegos denominaron íberos a los pueblos con una cultura común que habitaron en un extenso territorio que iba desde la desembocadura del Guadalquivir hasta las costas galas. estos pueblos que nunca constituyeron un estado unido y homogéneo, mantuvieron por su proximidad al mediterráneo y por la riqueza de sus tierras, intensas relaciones con fenicios, griegos y cartagineses, que enriquecieron la cultura autóctona de los distintos territorios. El desarrollo pleno de la cultura ibérica se produce en la segunda mitad del s.V a.C., manteniendose hasta ser absorvida por la romanización.
MARFIL TRABAJADO (CALLE CARRIL DE CALDEREROS).
El establecimiento típico entre los íberos fue el poblado fortificado sobre colinas fácilmente defendibles y próximo a los cursos de agua. En la comarca del Guadalentin una serie de poblados (Lorca, Las cabezuelas) presentan estas características que facilitaban el control de las rutas de paso y una extensa área de aprovisionamiento agrícola y de pastoreo. estos grandes poblados sirvieron como centro de mercado para los poblados de menor entidad distribuidos por las fértiles tierras del valle (Torre de Sancho Manuel, Los Arrieros), desarrollando una economía basada fundamentalmente en el cultivo de cereales, vid y olivo, y en una ganadería de ovicápridos. Estos recursos naturales junto a la abundancia de minerales en el suelo de Iberia propició la presencia primero de púnicos y después de romanos. la plata se obtenía en grandes cantidades en Castulo (Jaén) y en las vecinas minas de Carthago-Nova.
FÍBULA ANULAR Y PUNTAS DE FLECHA.
la metalurgia del hierro permitió al agricultor y al guerrero ibérico disponer de un metal resistente para la fabricación de herramientas especializadas y armas.
la fabricación de cerámica, una actividad generalmente doméstica, adquiere ahora la categoría de trabajo artesano especializado con la adopción del torno, que permite una producción en seri y la llegada a mercados más amplios. las excavaciones arqueológicas han permitido documentar varios hornos cerámicos, así como la de centros de almacenamiento y distribución de cerámicas. En un principio los alfares imitan las cerámicas griegas y fenicias. A partir del s.V a.C. los íberos fabrican y decoran sus propias cerámicas, pintadas en tonos vinosos con motivos geométricos (vitrinas 3 y 4) o figurados con temas animales, vegetales y humanos.
KALATHOS (NECRÓPOLIS DE LA CALLE CORREDERA).
La necrópolis ibérica de Lorca se desarrolló al pie de la ladera del cerro, fuera del poblado pero en sus proximidades. Los hallazgos de la calle Corredera (vitrina 8) han sido recientemente confirmados con las excavaciones de la calle Ruvira, donde se han documentado catorce fosas de cremación con un ajuar muy pobre, consistente en pesas de telar, fíbulas (sala 5, vitrina2) y algún fragmento de cerámica griega de finales del s.V a.C.
La escultura ibérica va ligada el mundo funerario. Un buen ejemplo de lo aportado la necrópolis de la Fuentecica del tio Garrulo (Coy), con el hallazgo de un león y un capitel que coronarían un monumento funerario (tipo pilar) levantado sobre la tumba de un rey o un notable personaje del poblado que vivió en el s.V a.C.
ESPADA RECTA (NECRÓPOLIS DE LA CALLE CORREDERA).
Otro testimonio de la plástica ibérica en la comarca de Lorca, lo constituyen los relieves del domador de caballos hallados en la Hoya de la Escarihuela. esta divinidad ibérica protectora de los caballos aparece representada bifronte, sentada sobre una silla de tijera y su mano extendida hasta tocar el belfo de un caballo.
Decantador procedente de Las Cabezuelas.
COPA CAMPANIENSE (LAS CABEZUELAS).
kalathos de cuello estrangulado procedente de las Cabezuelas cuyo interior fue hallado con granadas carbonizadas.
Las cerámicas ibéricas tuvieron diferentes funciones. Junto a dos toneles que sirvieron para el transporte de líquidos, se expone un contenedor cerámico con forma de áfora de saco y varias vasijas de la vajilla de uso común ibérica: dos kalathos con cuello estragulado, dos vasijas globulares y un vasito. Todas estas piezas, procedentes de las Cabezuelas, presentan la típica dcoración ibérica de bandas y motivos geométricos. |
El hilado, cosido y teñido de las prendas de vestir constituyó una actividad doméstica importante que salía de las manos de las mujeres. el hallazgo en el interior de las casas de pesas de telar y fusayolas documenta este trabajo artesano. Las representaciones figurativas en relieves, esculturas o cerámicas pintadas permiten reconstruir el vestido ibérico, también recogido en las fuentes escritas. Las mujeres vestían con larga túnica abrochada con fíbulas, generalmente anulares, y cubierta con un manto. El hombre vestía con túnica corta ceñida por un cinturón.
PESAS DE TELAR.
La obtención de objetos de metal era una actividad especializada y requería un complejo proceso. El hierro, una vez extraído en las minas, se fundía y forjaba para elaborar los distintos útiles. En la vitrina se recogen algunos objetos de hierro: unas tijeras de esquilar, varios fragmentos de armas (soliferrum, lanza) y una espada recta. Entre las piezas de bronce destacan las fíbulas anulares hispánicas, las puntas de flecha y un brazalete. Completan la vitrina cerámica, donde destacan los vasitos geminados procedentes de las Cabezuelas.
PLATO (LAS CABEZUELAS).
El plato o escudilla es una de las formas típicas de la cerámica ibérica. Junto a un mayor número de platos sin decoración se exponen piezas pintadas y decoradas con estampillas.
JARRA (LA FUENSANTICA DEL TIO GARRULO).
El comercio exterior, realizado por vía marítima estaba en manos de colonos griegos y púnicos que introducían desde la costa objetos de lujo. Ejemplo de este comercio son la copa campaniense y un plato de pez de taller ibicenco. A imitación de estas cerámicas de importación se realizaron en alfares peninsulares piezas como la jarrita ampuritana.
ÁNFORAS IBÉRICAS DE LAS CABEZUELAS (TOTANA).
Reconstrucción de una tumba ibérica, donde se pueden apreciar los restos humanos incinerados y el ajuar que se introducía en la pira funeraria, pasando posteriormente a la tumba.
RECONSTRUCCIÓN DE ENTERRAMIENTO DE INCINERACIÓN IBÉRICA.
Los materiales hallados en la calle Corredera (Lorca) a principios de los años 70, permitieron documentar la necrópolis de uno de los poblados ibéricos más importantes del valle del Guadalentín. Junto a las urnas están expuestos algunos de los objetos que componían el ajuar, entre los que destacan un kylix griego de la clase delicada de finales del s.V a.C.
URNA DE ENTERRAMIENTO (NECRÓPOLIS DE LA CALLE CORREDERA).
El geógrafo griego Estrabón nos trasmite que "los íberos tienen escritura, pero no la misma, siendo también sus idiomas diferentes". Los grafitos que aparecen sobre un plato de las Cabezuelas y una urna de la necrópolis de la Corredera ilustran respectivamente los alfabetos jonio y levantino. Según M. Pérez Rojas, el grafito de la urna de la Corredera se refiere a la capacidad de la vasija, y es de gran importancia por su relación con otros epígrafes ibéricos del sureste.
Esta vitrina también muestra los materiales procedentes de la excavación del Carril de Caldereros (monedas, cerámica y hueso trabajado) y los hallazgos de la Zona.
Completan la exposición de la cultura ibérica el montaje de varias ánforas ibéricas y púnicas, que ilustran los aspectos del transporte y almacenamiento de los productos en el mundo ibérico.
URNA DE ENTERRAMIENTO (CALLE DEL ALAMO).
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