Un tren itinerante seguía
su curso, en cada estación se detenía para levantar el equipaje
de la gente , levantaba novios, esposas, maridos, hijos, solitarios. El
tren se movía incesantemente con un castañar de ruedas,
silbidos que gemían, pequeños trastabilles al llegar a la
estación. Llevaba la carga como aliciente, esfumándose.
El tren se rebela, decide que no tendría destino ni final,
el tren no volvió a parar .Solo pasaba de largo, asomando la mirada
silenciosa a los transeúntes que ya no van a ningún lado.
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