Si esta mano que
tengo no es rincón de tu falta,
de
la sed que te acosa ni del pan que está ausente;
si en ella no germina
la rosa o la retama
aunque sólo sirviera
para alegrarte el día;
si mi mano no puede
ser fogata o recoldo
cuando el frío
se encoge hundido entre tus manos,
¿qué será de mi
mano, caracola desierta,
granito ya sin
pulso, breve comedia ciega?
Desde mi corazón,
mi mano se hace fiesta,
cascabel de la
entrega, sentina de tus penas,
armador de ilusiones
y pan y fruta fresca.