Por la calle, frente a frente Brito y Picatoste se encuentran y se saludan.
SIN PALABRAS -Qué? Cómo andamos? -Pues mire... como todo el mundo: erecto, a dos patas. -Era una frase hecha. Ya sé cómo anda usted, no me refiero al más estricto sentido de la palabra. -Pues hable con propiedad, coño! -No puedo. No tengo nada... hasta cuando hablo, lo hago de prestado. En el mejor de los casos, hablo con palabras alquiladas. -Pues si que estamos mal! -Ya ve, señor Picatoste. -Perdone, pero, paga mucho del alquiler de palabras? -Depende de las que necesite y según lo que quiera expresar? -Me puede dar un ejemplo? -No, no se lo puedo dar... no es mío. -Vaya! Me lo puede prestar, entonces? -Tampoco. Mi contrato no me permite realquilar. -Pues... tiene alguna solución? -Sí, pero tam... -Tampoco es suya! -Correcto. -Bueno, señor Brito, no se ofusque. Espero que algún día sea dueño de sus palabras. -Gracias. No somos nadie... -Se equivoca! Usted es Brito y yo Picatoste.
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