MUSEO ARQUEOLÓGICO MUNICIPAL DE LORCA (MURCIA) I


Andrés Martínez Rodríguez, arqueólogo, director del Museo Municipal de Lorca (Murcia).

El poblamiento de la comarca de Lorca desde la Prehistoria hasta el Medievo.

   El término municipal de Lorca comparte la misma importante secuencia histórica que el sureste de la península ibérica, fruto del sucesivo establecimiento y desarrollo de importantes culturas. la historia de Lorca siempre ha estado condicionada por la geografía del valle del Guadalentín, importante ruta natural de paso desde la Prehistoria, de continuado empleo en la Protohistoria. Se potenciará su utilización con la romanización, al ser el paso interior entre Cartago Nova y baria y al discurrir por su territorio la vía Augusta. Los musulmanes continuaron la explotación de las fértiles tierras al pie del infranqueable Cerro del Castillo, bastión de frontera con el reino de Granada, que ha caracterizado la fisionomía de Lorca hasta la actualidad.

   Un breve recorrido por el pasado arqueológico de Lorca puede aproximarnos a la historia que realizaron nuestros antepasados y al importante legado que nos trasmitieron.

LA PREHISTORIA

   Los primeros pobladores de la comarca de Lorca fueron cazadores recolectores que habitaron abrigos y cuevas bien orientadas que disponían de buenos recursos naturales para facilitar el tipo de vida depredadora. La proximidad a la costa favoreció la pesca y el marisqueo de las gentes que habitaron durante el Paleolítico Medio y Superior Cueva Perneras (Ramonete). El curso alto del Guadalentín dispuso de establecimientos paleolíticos en Los Alagüeces, Zuñiga y El cerro Negro.

   Los grupos de cazadores recolectores alrededor del VI milenio a.C. establecen sus poblados en las proximidades de las rambas y las fuentes, iniciando una nueva forma de vida basada fundamentalmente en la agricultura y ganadería. Este importante período de la Prehistoria ha ofrecido escasos restos en el valle del Guadalentín, debido probablemente a la pervivencia prolongada de las formas de vida del Paleolítico.

   Una de las manifestaciones más importantes de nuestros antepasados prehistóricos es la pintura rupestre. El abate Breuil, a principios de siglo, documentó en la comarca de Lorca dos estaciones con pinturas rupestres esquemáticas en los abrigos de El Tio Labrador y de Los Paradores. recientemente se han incorporado al catálogo las pinturas de los abrigos de El Mojao y Los Gavilanes. Contrasta la escasa presencia de asentamientos neolíticos, con el gran número de pobladores eneolíticos documentados en Lorca. Algunos de estos yacimientos debieron surgir a principios del III milenio a.C. a partir de nuecleos del Neolítico Final Continúa en estos poblados un tipo de vida semejante, construyendo sus cabañas circulares en las laderas cercanas a ríos o ramblas, como se ha constatado en los pequeños poblados de Xiquena y El Chorrillo. Otras veces se concentra la población en asentamientos de mayor envergadura, bien representados en Lorca por el yacimiento de El Capitán. Recientes excavaciones arqueológicas han documentado el poblado eneolítico en altura de La Salud, que fue ocupado por una pequeña población que se dedicó a la explotación de los recursos del medio, principalmente la agricultura del valle, lacría de ganado y la caza en la sierra inmediata de la Tercia.

   Por evolución de la cultura eneolítica se realizó a partir del II milenio a.C. el nacimiento del mundo de El Argar, configurado por una fuerte influencia recibida del Mediterráneo oriental.

   El área de Lorca forma parte de uno de los grupos definidos de la población argárica. En el valle del Guadalentín se distribuyen varios poblados de distinta importancia, destacando un modelo de asentamiento compuesto por grandes poblados en torno a los que se distribuyen núcleos de menor entidad, fundamentalmente agrícolas. El tipo de asentamiento argárico en llano fue sistematizado a partir de las excavaciones de El Rincón de Almendricos. Diversos yacimientos de características similares aparecen distribuídos en el campo lorquino: Los Cipreses, La Alcanara, Los Derramadores y La Torrecilla.

   Algunos de los poblados argáricos en altura disponen de una muralla que delimita el espacio permitiendo la defensa El único yacimiento lorquino de estas características está en proceso de excavación, se sitúa en el Cerro de las Viñas (Coy).

   La continuidad del poblamiento en los períodos del bronce Tardío y Final, está constatado en las laderas del cerro del Castillo de Lorca.

EL MUNDO IBÉRICO

  La distribución del poblamiento ibérico en la comarca del Alto Guadalentín, está comenzando a delimitarse en la actualidad. Las zonas periféricas al valle han ofrecido hallazgos de importancia: la escultura de un león procedente de un monumento funerario de la necrópolis de la Fuentecica del Tío Garrulo (Coy), y los relieves de caballos hallados en La Escarihuela.

   La población ibérica se concentró en grandes poblados tipo Las cabezuelas (Totana) y la propia ciudad de Lorca, que controlaban la importante vía natural de paso que forma el valle del Guadalentín. Las pequeñas comarcas con importantes recursos naturales dependían de poblados menores, como perece constatarlo el asentamiento en la zona de Coy-Doña Inés.

   Hallazgos antiguos y recientes excavaciones nos van delimitando el yacimiento ibérico que se emplazó en la actual ciudad de Lorca. El poblado, como en las anteriores culturas que se han ido sucediendo, se dispuso ocupando el Cerro del Castillo y las laderas de la Sierra del Caño. Restos ibéricos del s.IV a.C. se han documentado en la primera fase de excavaciones en el subsuleo del Colegio de la Purísima. Al exterior del poblado y en sus inmediaciones se ubicó la necrópolis, localizada años atrás en el desfonde de un solar en la calle Corredera. El hallazgo de materiales ibéricos en la Alameda de Menchirón, El ovalo, la Zona, edificio Goya, calle José Moulia y en las excavaciones del Carril de Caldereros hace suponer la existencia de pequeños núcleos dispersos en las inmediaciones del poblado explotando las fértiles tierras próximas al río.

   La llegada de productos porcedentes de las colonias griegas a los poblados ibéricos del valle del Guadalentín, estuvo favorecido por su situación geográfica como vía natural de paso entre el Levante y Andalucía Oriental, y entre la costa y el interior La presencia de cerámica griega en la comarca podemos remontarla hasta el s.V aC., constatado por el hallazgo de un Kylix de la clase delicada en la necrópolis de la Corredera, procedente del ajuar de una de las tumbas.

   La influencia púnica penetró por vía meridional que comunica con el valle del Almanzora y la ciudad de Baria.

LA ROMANIZACIÓN

LA LORCA ISLÁMICA

   La explotación de la vega del Guadalentín continuará tras la conquista romana. Los antiguos puntos ibéricos no se abandonarán como se está documentando en las excavaciones de la villa de la Torre de sancho Manuel o en el Carril de Caldereros. El proceso de romanización potenciará la creación de nuevos núcleos de explotación distribuídos por la comarca, en las áreas con importantes recursos naturales y próximas a las vías principales de comunicación ( Los Arrieros, La Balsica, Villa de gales, Los Villares, Los Cantos, etc).

   Las excavaciones de la Quintilla han permitido documentar una importante villa, ornamentada en su parte residencial con mosaicos, pinturas y esculturas siguiendo las modas importadas de la península itálica. estas importantes "villae" disponían de una zona de servicios, como se empezó a constatar en las excavaciones de la Torre de sancho Manuel (Cazalla, Lorca).

   La intervención arqueológica en Venta Ossete (La Paca), ha suministrado información sobre pequeño establecimiento tardorromano fundado en el s.III d.C. que desapareció a principios del s.V d.C., posiblemente tras el paso de los vándalos en el 409 d.C. hacia Carthago Nova.

   A lo largo del s.VI d.C., surgen en la comarca prqueños asentamientos rurales de economía agropecuaria en las laderas inmediatas a los ríos y ramblas (Torrealvilla, Molino del Rollo, Las Fontanicas).

   La parición de una extensa necrópolis romana con importantes hallazgos (lápidas, cerámica, etc) en las afueras de Lorca y su supuesta localización en las márgenes de la vía augusta, llevaron a denominar como cementerio de Eliocroca a la necrópolis de una villa rural, situada en las inmediaciones de la ciudad en el pasaje de la Casa de las ventanas.

   La vía Augusta en su recorrido por la comarca de lorca, ha dejado dos importantes fuentes epigráficas. un miliario de Augusto reutilizado como pedestal de la imagen de S. Vicente, en la esquina de la casa de los Ponce de león, y un segundo mojón de la época de Constancio Cloro hallado en Baldazos.

LA CIUDAD DE ELIOCROCA

  La localización de Eliocroca se ha venido identificando con el emplazamiento de Lorca. las fuentes antiguas donde se menciona este topónimo son: el itinerario de Antonino que recoge a Eliocroca entre carthago nova y ad morum, y el Concilio de Elvira (300-302 d.C.) donde aparecen representando a Eliocroca el obispo Suceso y el presbitero Liberal.

   La dispersión de cerámicas tardorromanas (siglos IV al VI d.C.) por la totalidad de la amplia meseta del Cerro del Castillo, permite confirmar la existencia de un importante núcleo poblacional de época tardía en Lorca. Este yacimiento puede relacionarse con la Eliocroca que recogen las fuentes. Población que a partir del s.III d.C., acogería a las gentes llegadas del medio rural, que buscaban la protección en un momento de crisis. esta ciudad hispnorromana se mantuvo durante los siglos IV al VII d.C. habitando el cerro y las laderas adyacentes. A la llegada de los musulmanes Lorca era el emplazamiento más importante de la comarca, pasando a ser la cabecera de una unidad territorial y administrativa (iqlim) dependiente de la Cora de Tudmir.

   Los primeros grupos musulmanes llegados a la comarca de Lorca eligen para su establecimiento poblados habitados por la población hispanorromana. La totalidad de los yacimientos documentados que pueden ilustrar esta asimilación, se encuentran en lugares en alto con perfecta estrategia para el dominio de las vías de comunicación y extensas áreas de terreno. Junto al propio cerro del Castillo de Lorca podemos enumerar una serie de yacimientos con continuidad del poblamiento desde época tardía hasta entrado el dominio musulmán: Peña María, El Calar, el castillico y el castellón.

   La mayoría de los castillos medievales de Lorca son de origen islámico y pudieron funcionar como unidades territoriales desde el s.XI d.C. Cada uno de estos husun tenían en las tierras colindantes uno o varias alquerías donde vivían los campesinos y pastores. Este era el caso de los enclaves que jalonaban la Sierra de la Almenara: Felí, Beas, Amín, Ugejar, calentín, Chuecos y tebar. En las comarcas del interior se sitúan los castillos de Xiquena y Tirieza dominando el valle del río velez. donde se unen los ríos Velez y luchena para formar el Guadalentín se edificó la fortaleza de Puentes. El albacar Luchena y Chichar disponía de una torre y un aljibe, mientras que en el castillejo de Tercia se documentan hasta tres aljibes.

   En algunas coasiones situaban los musulmanes torres aisladas para la vigilancia de determinados puntos estratégicos (La Torrecilla, la Torre de Mena). este tipo de torres aisladas también servían para controlar los caminos más importantes. La Torre Mata (Caravaca) se sitúa junto a la ruta que va por el interior hacia Granada. Las torres mudéjares del Obispo y de Sancho Manuel contruídas en el s.XIV están situadas en las márgenes del "Camino de los Valencianos" o "Camino Real" para controlar las incursiones granadinas, mientras que la Torre del esparragal se levantaba junto al Camino Viejo del Perto.

   La mayoría de estos castillos y torres, por su situación en alto y próximos a las vías de comunicación, han caracterizado el paisaje desde su construcción. Pedida su funcionalidad quedan como testimonio del Medievo en nuestra comarca.

LA MADINA

   La madina de Lorca fue el centro territorial, administrativo y cultural de una extensa comarca. Su configuración fue la típica del mundo musulmán, un hisn fortificado en la parte más alta, la madina amurallada en las laderas adyacentes que caen al Guadalentín, un arrabal fortificado y a extramuros las zonas artesanales y los cementerios.

   El hisn situado en el Cerro del Castillo sería el primer emplazamiento musulmán de Lorca. Fuertemente amurallado disponía de un alcázar, una mezquita y las diversas construcciones que permitieran el establecimientop militar y de la clase dirigente. Aljibes, restos de murallas, muros de encofrado y la situación de la torre del espolón, dan una idea del poderoso hisn islámico de Lorca.

   La primitiva madina no abarcaría el gran espacio que delimita la actual muralla de la ciudad, posiblemente ocupara el área de la ciudad tardorromana en torno a las iglesias de San Juan y Sta María. En un momento impreciso, posiblemente al coferirse el taifa independiente, se realizaron unas fuertes murallas conservadas en la actualidad entre la trama urbana. El recorrido de la muralla se puede realizar entrando por la calle Rambla donde se conserva una de las torres, para continuar hasta la única puerta de la ciudad conservada en el Porche de San Antonio A continuación la muralla se pierde entre las calles Cava y Zapatería. Algunas de las viviendas de esta última calle están cimentadas sobre torreones de muralla. Aparece un nuevo torreón reutilizado en el colegio de la Purísima pudiendo configurar la puerta de Gil de Ricla. El cerramiento de la madina islámica continuaría por el subsuelo de la Colegiata de San Patricio hasta llegar a la Puerta de los santos, en las proximidades de esta puerta está la Torre del reloj, actualmente empotrada entre el edificio de los juzgados y la Cárcel. Continúa el adarve bajo el Pósito, para conectar con la torre de la calle Rojano. a partir de esta torre, el circuito de muralla se pierde entre las cimentaciones de las casas actuales, llegando hasta la iglesia de San Pedro donde se situaba la puerta de cervera y elevaban las torres de Leyva y del Albollón.

   En el interior de estas murallas se realizaba la vida cotidiana El trazado medieval de las calles se intuye en el actual desarrollo de las barriadas de San juan y Santa María. Bajo esta última iglesia parece localizarse la mezquita mayor de la madina. Las fuentes nos refieren la existencia de un zoco del que no conocemos su emplazamiento exacto, tampoco conocemos la disposición de las casas, el trazado urbano, etc. La excavación intramuros aportan las diferentes fuentes arqueológicas que permiten documentar la importante madina de Lorca.

   El arrabal según al-Idrisi estaba situado "al pie de la madina y rodeado también de solidas murallas". Bajo el arrabal y a ambos lados de la rambla que bajaba por la actual calle Galdo se dispusieron los alfares islámicos de los siglos XII y XIII. esta actividad alfarera durante los siglos IX y X se localizaba igualmente extramuros en la zona en torno a la calle Rojo.

   El amplio cementerio islámico se ha localizado extramuros, entre las puertas de San Antonio y de Gil de Ricla. las distintas excavaciones han permitidodocumentar su desarrollo en las calles cava, Rojo, Villaescusa, Rubira y Nuñez de Arce. El cementerio de la Lorca islámica dispuso en su interior de una qubba (excavada en la calle Cava) levantada sobre la tumba de un santón o personaje relevante.

   La arqueología efectuada estos últimos años, ha aportado valiosos testimonios materiales que han permitido aproximarnos a la importancia de un gran núcleo urbano que se desarrolló a lo largo de quinientos años en las laderas de la Sierra del Caño. La continuidad de estas intervenciones arqueológicas, junto al estudio de las fuentes documentales de este período permitirá reconstruir esta fase histórica que tan importante bagaje cultural nos ha transmitido.

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