Jazz another story
Tico Herrero [@] [www]

"Está bien chaval, me has convencido... pero quiero en mi Five Spot

los vasos más limpios de la ciudad y el whisky más aguado de toda la calle 52. Aquí no estamos para regalarles los oídos a todos esos cretinos, estamos para ganar dinero..."

Bueno ya lo había conseguido, no tendría que volver a dormir en los portales durante una buena temporada. Con un poco de suerte en unos meses me sacaría para volver a mi pueblo...

"Eh! tú no te duermas y ves a fregar los lavabos..."

Vaya con el jefe, con eso de que fue sargento en la guerra parece que lo voy a pasar mal. Cogí el cubo y la fregona y dirigí mis pasos hacia el agujero llamado lavabo. La puerta estaba entreabierta y al intentar entrar tropecé con un bulto que lanzó un gemido. Me aparté de un salto y encendí la luz justo para darme cuenta de que en Nueva York los lavabos tenían otro uso que yo desconocía. "Déjame en paz y cierra la puerta". La jeringuilla inyectada en sangre todavía colgaba de la vena y el elástico del brazo parecía estar tan apretado que sólo dejaba salir un hilillo de voz de su boca. No supe como reaccionar. Dejé caer el cubo en el suelo y me largué a buscar al jefe como si hubiera visto un fantasma. "Jefe hay un tipo ahí dentro, con algo en el brazo..." " Joder otra vez a vuelto a hacerlo... Bueno mira, déjalo y ves a limpiar de cajas el callejón de atrás".

Dos meses en N.Y., cada día aprendía algo nuevo y asquerosamente distinto. Los callejones no eran precisamente mi lugar favorito, allí podías encontrarte de todo: desde una vieja muñeca que te prometía el paraíso por cinco dólares hasta un ratero que te mandaría a él por esos mismos cinco. Estaba limpiando aquello lo más rápido que me era posible y casi sin darme cuenta lo sentí detrás mío. Al darme la vuelta me sonrió como lo haría un viejo senil a uno de esos espejos deformantes de la feria y me dijo: "¿Hoy hace un buen día verdad?, pero creo que todo sería mucho mejor si el sol llevara un sombrero..

Sí, uno de esos de cuero negro ajustados al cráneo..." Después se dio la vuelta en redondo y salió del callejón dando pasos cortos, con las manos en la espalda, meditando las palabras anteriores como si en lugar de haberlas dicho él, las hubiera oído de alguien sabio y respetado que yo no alcanzaba a ver. En menuda jaula de grillos me había metido.

Alrededor de la media noche el local, casi a oscuras, empezó a llenarse de humo y conversaciones a media voz. El trabajo agobiaba a ratos pero me sobraba tiempo para dejarme llevar por la música de un trío que acababa de conformar el ambiente del club, aunque sin levantar pasiones a juzgar por la actitud relajada del público.

Al cabo de una media hora comenzó a reflejarse en las caras más cercanas al escenario una ansiedad diluida en alcohol, parecía que se acercaba el plato fuerte de la noche. El trío acabó la repetición del tema principal de su último estándard y abandonó el escenario entre aplausos aburridos y casi soñolientos. Subieron cuatro músicos al escenario.

"Jefe, eh... ese tipo del saxo es el que estaba en el lavabo y el del piano... me lo he encontrado antes en el callejón..."

"Si chaval, ya los conoces, Trane y Monk...Los cretinos de las mesas dicen que son dos genios, a mí qué más me da, mientras me hagan ganar pasta..." Había tanto silencio que se podía oír como subía el humo y rebotaba contra el techo. Monk puso un par de enormes zarpas encima del teclado del piano y brotó una melodía juguetona. Parecía que las notas eran pulgas saltarinas perfectamente sincronizadas.

Unos compases más tarde Trane y los otros se unieron creando un perfecto colchón para que esas pulgas no brincaran más en el vacío... Aquello no tenía nada que ver con la música de ambiente que se había apagado minutos antes. Pronto el "colchón" se fue desplegando y el cañón de Trane, inundó la sala con notas graves y potentes. Todos los personajillos sentados en las sillas y sillones bajos, alrededor del escenario, estaban congelados por la magnitud de la avalancha que se les venía encima.

Trane parecía modelar cada nota por separado en un arcilla de aire y lanzarla contra los que le escuchaban. La música de aquel saxo tenor   tenia alma propia y tomaba control de la situación, imponiéndose poco a poco. Sin embargo Monk al piano no se lo permitió y con un quiebro relanzó el tema en otra dirección suficientemente distinta, como para forzar a Trane a volver a introducirse en su estela.

Un combate  sobre un ring de bajo y batería. Terminó el primer pase entre un mar de aplausos y gritos, al que siguió un entrechocar frenético de vasos y una momentánea avalancha de trabajo en la barra. Después de haber servido la última copa fui al almacén a "rellenar" las botellas de whisky.

Allí estaban los dos protagonistas de la noche enzarzados en una discusión un tanto curiosa: "¿Por qué has dado ese salto en el último tema?. Estaba fuera de lugar y nos has confundido a todos" "Si, es duro, saxo, muy duro esto del jazz..." "¿Es que pretendes quedarte sólo?" "La soledad es mala pero me gusta el ritmo... si, y sobre todo tus notas graves tan potentes que salen de ese cuerno dorado... oye, sabes que no te sentaría mal un sombrero, uno de esos de colores vivos como los hermanos de Africa..."

"Venga Monk. Estamos intentando tocar buen jazz." "Sí hermano, tu puedes tocar 'buen jazz', porque tu buen Dios te ha concedido ese don, pero yo sólo tengo todas esas notas bailando en mi cabeza y necesito un sombrero para que no se escapen..." "Bueno voy a ver a Naima antes del siguiente pase, debe estar entre el público...  Te veo en cinco minutos" "Si hermano..."

 Después de esa noche creo que decidí quedarme una temporada más en la gran manzana.

whisky más aguado | cierra la puerta | saxo | buen jazz

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