AL MAR Ayer soñé que estuve viendo el mar. que intentaba salir de su aposento rasgado en mil pedazos, en espuma, arañando la costa en cada intento. A cada golpe. frustrado retrocedía, murmurando sollozos, poco a poco se alejaba, se detenía, se alzaba. Enardecido, golpeando con más furia sobre la fina arena, se arrojaba. Quise compartir con él su angustia, intenté demostrar con él su furia, grité, grité desde la orilla enloquecido, animándolo a salir de allí. ¡ Salta de una vez, animal loco, que estoy aquí para ayudarte . En pié, sobre las rocas, justo al borde, con los brazos extendidos le asediaba, le llamé una y otra vez "cobarde" Retrocedió, esta vez mucho más lejos, lanzó un gran gemido y saltó. Pasó sobre las rocas y me arrastró con él.
SÉ QUE ESTOY VIVO.
Contemplé el sol del cielo gris oscuro, sentí en mis entrañas el frío viento de levante. Respiré, respiré de nuevo y comprendí que pronto nacería. Reventé junto a la ira encadenada, mastiqué la lluvia derramada y me asfixié en un aire tan puro. Desplomado en la orilla inconsciente entre la arena y el mar, navegué como el alga. Y amaneció por fin, sobre las conchas. Me alimenté del cielo ensangrentado, que descansaba sobre el mar. Abracé el nuevo día con mi alma, estaba vivo, podía amar.
GAVIOTA
Como aquella gaviota que, agotada de volar, sustituye el elemento aire por el nuestro. Y permanece largas horas estática, impasible, ante las olas que rompen a sus pies, sorda al componente agua que con voz del levante le acompaña y le invita a proseguir el vuelo. Así me encuentro, observador atento, filósofo perplejo de mi vida, de mis costumbres. Desvanecido ante los gritos de la gente, de sus golpes de mar, de sus estúpidas corrientes, Dime, compañera por qué, si estás así volverás a elevarte una vez más No quiero ser reflejo de tu alma, no te entiendo, Aferra tus garras a la roca y yo hundiré mis pies, aquí, en la tierra
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