Dulce
miel que empalagas mis sentidos,
deja
que me ahogue en tu dulzor,
bésame
hasta la saciedad embriagante
que
mi boca jamás ha conocido.
Que
tu corazón palpite como reloj enfurecido
que
me despierta de mis noches
para
entregarme a tus días, solo así
quiero
sentirlo: loco, rápido, ido.
Ni
estrellas, ni sol, ni luceros tienen tanta luz
como
tus ojos, cuando miran al fondo de los míos.
Ni
la leña arde tanto como ardo yo
cuando
me atraviesan sin compasión.
Solo
eres comparable a una inmensa bola de fuego
que
arrasa y lo quema todo sin mirar su extinción.
¿Qué
te importa quien se queme si tú ya ardes?
A
mí no me importa quemarme en ti, ¡extíngueme!
Mi
llama se moverá con continuos vaivenes de deseos,
deseos
de unirse a ti, llama inmensa que me enloquece.
Llama
que arde sin prejuicios estereotipados, ni falsos,
llama
al fin y al cabo, de mi loco amor por ti.
Ni
la nieve más pesada, ni el frío más arrasador
podrá
calar mis huesos, ni enfriar mi corazón.
Mientras
sigas ardiendo a mi lado día tras día,
ningún
ser sobre esta tierra, podrá sentir tanto
amor.
No
habrá poesía, ni habrá canto alguno
que
pueda escribir esta desmesura de amor.
No
hay pluma, ni papel que lo puedan acoger,
así
es como te siento y así es como te amaré.
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