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EL FLAUTISTA.
Un hueco sonido era la única voz que me ofrecía deslizándose por mi piel con un paso vibrante y a ritmo de música anticuada. Al cambiar de movimiento se hundía en la partitura, en las notas del silencio. Continuó su agitado jugueteo retumbando sus dedos en la flauta. Parecía estremecido en el compás pero la insistencia de sus ojos me invitaba a un baile de salón sin pentagrama.
SONETO
Explora cada nota de mi alma y has un pentagrama con tus labios empieza el encuentro en un adagio y acaba en un allegro cualquier calma.
Desoja a tempo las palabras y toca entre silencios un minueto perfuma con grandeza el movimiento y deja al stacatto que nos labra.
Naufrago en tu música divina aún sitiendo que a veces desafina y me niegue una canción para velada.
El interludio de tus sueños rompe el mezzoforte que te empeño y en un tono agudo tu mirada. EN TRES CUARTOS. Implorando un paseo en clave de fa por las calles de una melodía nocturna y compás de tres cuartos.
Vengo por un interludio después de recorrer una fermata y brincar la monotonía del unísono en tres cuartos. |
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