El
metro, seguí al metro por todos lados, me pasee entre los andenes
, me colgué de los tubos, las manos me hacían zalamerías.
He visto a una muchacha desaparecía por la noche cabalgando a cuatro
manos por las esquinas, por lo demás, no creo necesario contar
en que condiciones vitalicias fue después encontrada.
A su lado va un muchacho a ojos vistas desconocido, tenía un suéter
amarillo, rodeado de una estola gris que solo podría proferir un
grito a los desconocidos, pronto me di cuenta de que había una
liga entre ellos. Miraban a los lados buscando a que aferrarse, miraron
sus ropas cuidadas, casi de luto pro la moda, todos los demás en
ocasión expresa adecuada. Después cruzaron los brazos temerosos
sobre sí mismos, hasta que aparecieron arrugas en el frío.
Una mujer les cruza la mirada, cinco
hijos dentro, tres afuera esperando, un gruñido, tres masticadas
rápidas, gotas de sudor fatigante brotando por las arrugas de su
cuello, hay poco espacio vacío, las carnes rebosantes escurren
por los lados. Un gruñido de nuevo , mastica, muestra los molares,
restos, saliva. Se vuelven a mirar, ya asqueados, apenados, cómplices.
Entran tres hombres borrachos, con las ropas gastadas, mirando a lo lejos
bodrios, mirando siempre al lado. Después desaparecen en sus sillas,
aliento alcohólico, de nuevo se cruzan la mirada. Casi al final,
demasiado noche, se acercan , se levantan,
se miran, andan.
Salidas opuestas, caminos andando, después de todo
las coincidencias azarosas casi no existen, mientras se miran a lo
lejos gritan, no más... yo me quedo azogada esperando el último
vagón, mientras expelo de nuevo aire, nada, que eran mis padres.
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