"Es la perturbación - lo cual él llama pathós- una conmoción del alma contra naturaleza, desviada de la recta razón. Algunos dicen que la perturbación es un apetito más vehemente pero afirman que es más vehemente aquel que se ha separado mas lejos del equilibrio de la naturaleza." Discusiones Tusculanas. Cicerón.

Estaba arrodillado entre dos manglares, a mi lado solo había agua y esas raíces raras.  Tenía esa tierna aseveración de quien no puede lograr más que estar regando hojas al aire.

Hace veinte años, poco tiempo que solo puedo medir por las canas que me crecen y la barba que ya puedo ver. Decidí separarme de la sociedad con aquella desidia de no saber lo que se hace. ¡es jodido! Pero igual me viene. Las conquistas son tan innecesarias como el tiempo, empece queriendo descubrirme en la naturaleza, solamente que consideremos a las raíces análogos de la barba y a las hojas del pelo, no encontré figura mía en ningún lugar ¡perdidas figuraciones!.  A la próximo tomare un espejo...

Decidí vivir la vida, tomándola por lo agreste, me construí una casa de paja, unas paredes de ramas (craso error, podridas no sirven mucho) las ventanas no tuve que hacerlas ¡Se hicieron solas!. Estuve esperando horas y horas, días y días , minutos y minutos, segundos y ¿Segundos?... pero nada, la iluminación no venía. Ni una sola voz que no fuera aquella de mis tripas sanguinolentas pidiendo comidas (la caza de escarabajos es tarea dura).  No aparecía luz, tampoco escarcha de tablas en roca, ni mandatos, ni siquiera mentecatos mandatos divinos.

Ahora sigo viendo los manglares, el agua y esa construcción de cemento que algunos profanos llaman "Psiquiátrico". Por cierto, ahí si hay espejos, lo sé de oídas por que lo que es yo no me he visto.