Mis
pasos me llevaron a ese lugar sin quererlo. Nunca deseé visitar
un museo de cera. Esas figuras pintadas, vestidas y enjoyadas, me parecían
fantoches, les faltaba el alma. Era mi opinión personal, y en medio
de esas creaturas, pensaba en lo que habían representado para la
humanidad.
Tomé
asiento en un banco y miré frente a mí a una Marilyn Monroe,
perfecta, deslumbrante; sus ojos claros brillando bajo grandes pestañas,
y sus manos que trataban de bajar su falda, en la pose tan conocida. Muy
cerca Jack, el destripador, quieto, amenazante. De pronto las luces amortiguaron
la escena, y los muñecos cobraron vida.
Jack
se acercó a Marilyn; cerré los ojos muy fuerte pensando
que la imagen que vería sería trágica. Sólo
escuché:
MM- Siempre creí que tu presencia me aterraría.
J- Ya ves que nadie es tan terrible como los demás creen.
MM- Me dices eso a mí, que toda la vida busqué afecto y
jamás lo hallé. Claro que los que me veían en
la pantalla, pensaban que lo poseía todo.
J- Mi sólo nombre atemorizaba, nadie se atrevía a salir
por las noches. La niebla, la oscuridad, el silencio envolvía todo;
me creerás si te cuento que jamás quise hacer daño?
No sé que me pasaba; tampoco aseguraría haber hecho todo
lo que me imputaban.
MM- También de mí se dijeron muchas cosas, pero a nadie
se le ocurría acercarse, ser amigo de verdad. Cometí errores,
pero sufrí por ellos; siempre he tenido que pagar.
J- Fuiste una mujer muy bella; de habernos conocido, podríamos
haber sido buenos amigos.
MM- Me hubiera gustado encontrarme con un hombre sensible, pero jamás
lo hallé.
J- Ahora estamos aquí, siempre en la misma posición, con
el mismo gesto, viendo el efecto que producimos en los que nos miran con
curiosidad morbosa.
MM- Hubiera querido que el que me hizo en cera, dejara de lado ese mohín
seductor de mi boca, que mis ojos estuvieran entrecerrados, y mi pollera
no pareciera que se levanta con el viento con el solo objeto de que se
vean mis piernas. En una palabra, quisiera que el mundo supiera cómo
fui en realidad.
J- No te quejes, yo para siempre daré miedo y repugnancia; mis
supuestos crímenes, esta capa que me envuelve y la expresión
horrorosa de mi cara...
De
pronto un fuerte resplandor, y el calor que producía, me alertó
sacándome del letargo en que me había inmerso. Se había
producido un foco de fuego muy cerca de donde me hallaba. Ya estaban los
guardia con extinguidores de incendio, tratando de que las llamas
no llegaran a las figuras.
Algunas se salvaron, pero las de Marilyn y Jack quedaron destruídas.
De ella, no quedaban ni los gestos característicos, y menos su
vestido levantado. De Jack, solamente los botones de la capa.
La cera corría por el piso en una misma dirección, unida.
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