Me lo veía venir. El chaparrón me pillo de lleno, calándome hasta los huesos; me da igual, como dice la copla "para una vez que llueve, ¿me voy a esconder?", no me escondí , todo lo contrario buscaba la lluvia, que limpiara mi sudor, y a ver si calando me limpiaba el alma en pena que arrastramos la generación de los payasos de la tele, la mujer policía y el un, dos tres. Resguardado
de la lluvia, y una vez en casa, hice lo habitual, de forma ordenada,
guardé la bici, me quité la ropa y me quedé fresco,
secándome el agua mezclada de sudor. Cogí los mensajes del
teléfono, nada nuevo, la corbata de la tintorería ya está
casi un año, pero la dependienta a la que le caí bien o
le dio consideración que llegara un pobre joven sin mas corbatas
que poner una que limpiar. Quizás los pudientes las tiran, yo las
recupero o las dejo en custodia como el caso. Sueño; Voy al super, solo hay limones. Y un trompetista que desesperado no da la nota. Mañana.-
8.30 Me levanto, que remedio. Me cuesta, meo y sigo durmiendo de pie,
me tomo el café durmiendo y salgo en zapatillas a la calle. Me
da un repeluco, me acuerdo del sueño. que raro.. ¿limones?.
Q, mi compañero, sigue en sus trece de que la fruta después o antes, es buena y no engorda, a no ser de que te la comas con una arroba de pan, le rectifico. Vale, lo miro por encima de las gafas, y me interroga como diciendo ¿a que si?..Me da igual, me acuerdo de la pera. coño, el super. Termino el trabajo, bendito aburrimiento. Paso por el super, curiosamente están descargando limones, verdes y amarillos. Entro, compro lo básico, pan , queso, vino, fruta y limones. Casi dos mil, pesetas no limones. Cuando llego mi amiga W me espera ansiosa cerca de mi casa, era mi santo. Ni me acordaba, le encanta el jazz, me regala una trompeta. También el primer tomo de cómo tocar la trompeta a distancia. Me recuerda una conversación que tuvimos, en la que le confesaba mi amor por este instrumento. Me quedo estupefacto, no se si darle un beso a ella o a la trompeta. La
invito a comer al chino del Paco, un vietnamita que se llama WaCko, pero
que estas latitudes nos empeñamos de
castellanizar lo foráneo dándole formas familiares.
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