Pero más
inquieto está Méndez. Debe ser porque lo he puesto en
el suelo y ya se siente a un paso de la libertad. ¿Qué
te pasa Méndez? ¿No te gusta la música? Si quieres
la cambio. Si Méndez fuese un poco más elástico
ya hubiese atravesado sus barrotes hace rato. Ya ves Méndez estas
gordo, tienes que ponerte a dieta si quieres escapar. ja, ja, ja.
Méndez
corre en su rueda como si estuviese corriendo por su vida, como si estuviese
compitiendo en algún torneo, corre como si llegara tarde al trabajo
o al colegio. Lo bajé un rato de su mesa porque necesitaba el
espacio, y desde entonces no ha parado. Y ahora que lo pienso tiene
ya varios minutos sin detenerse, sospecho que sufrirá de un infarto
en cualquier momento. El (o ella, la verdad no lo tengo muy claro) corre
como si fuese caballo al galope, como si tuviera prisa por llegar a
alguna parte, pobrecita. Luego se baja, husmea alrededor de su jaula
como si fuera la primera vez que esta ahí, mordisquea un poco
los barrotes y entonces se sube otra vez a la rueda. Al abandonar su
rueda -esto me hace reír- actúa como si se bajara de una
cápsula espacial o de una máquina
del tiempo, tímidamente, una patita después de la
otra, lentamente, precavidamente, examina la zona como si esperase llegar
a algún sitio en especial, o hallar la salida, la puerta mágica.
¡Pero
qué no entiendes rata bruta que estas dentro de una jaula y que
por más vueltas que le des a la rueda nunca llegaras a ningún
lado! A lo mejor estas loca, a lo mejor tu mente te hace ver cada vez
un lugar diferente, a lo mejor esa es tu manera de escapar, de lidiar
con la pena del encierro, después de todo las ratas no tienen
televisión, ni libros, sus opciones para pasar el tiempo son
muy limitadas, ¿qué más podrían hacer sino
engañarse a sí mismas?
¿Y
además qué debería de esperar yo?, ¿verla
un día sentada en flor de loto haciendo zen o tai chi, meditando
sobre su futuro, haciendo planchas, parada de cabeza, bailando break(!),
o qué la voy a ver un día arreglando los trastos de su
jaula, decorando un poquito su casa, una piedrita por aquí, una
caquita por allá, apilando el aserrín, acomodando la comida
en su plato?. ¡ni hablar pues!
Al ver
su vehemencia y la manera en que sus ojitos parece que se le fueran
a salir, y como las venas de sus orejas se hinchan y se ponen rojas
del esfuerzo, se me ocurre que a lo mejor mientras corre sueña
que se escapa de aquí, sueña que ha logrado salirse de
su jaula que ya no tendrá que vivir encerrada jamás, luego
que huye escapándose por alguna
rendija de la puerta o por el resquicio de la ventana, se alucina la
rata esta que baja las escaleras a toda prisa, tropezándose en
cada escalón, bajándolos de a dos, de a tres, que cruza
la reja y que sale de la casa, que corre en busca de algún jardín,
a lo mejor piensa que encontrará a otros como él, que
en algún hueco o buzón hallará cientos de animales,
roedores, que como él también lograron escapar de sus
prisiones y ahora comparten de manera feliz una vida de libertad. NO
sabe que en la primera noche se lo comerían vivo, no sabe que
hay otros más ratas que él, no sabe que él no es
una rata cualquiera para empezar, él es una rata de veinte dólares,
él no es como aquellas grises, callejeras, peligrosas, que comen
carroña, él es 100% vegetariano para empezar, mejor dirán
las otras, menos colesterol pe', más rico dirán sobándose
la panza las muy viciosas. así es Méndez no sabes lo que
te espera si te lograras escapar un día, horrible oye, deberías
de darme las gracias y portarte mejor, en vez de actuar como si no estuvieras
contenta, o qué acaso te quieres ir y dejarme, ¡qué
tanto crees que te necesito Méndez!, además nunca te enseñé
a cruzar la pista y tú eres muy confiado pequeñín,
tú te le trepas a cualquiera, nada que ver Méndez, ven,
cómete un manicito, ven. ¿por qué estas tan excitada
dime?, ¿qué cocha pacha en tu cabecha?, ¿tú
no has visto Tom y Jerry?, de qué cosa crees que son tus barrotes
dime, ¿de azúcar?, ¿por qué te quieres salir
dime?, ¿qué no soy un buen amo?,
¿no juego contigo?, ¿no te hablo?, ¿no te pongo
música?, ¿no te doy de comer?, ¿no te meto en mis
pantalones y te saco a pasear?
¡Oye Méndez qué te pasa no me escuchas! ¡Por
lo visto todo lo que yo digo te entra por un oído y te sale por
el otro!, ¿no?, discúlpame ya sé que no soy tu
madre, pero mira.¡Oye Méndez!.
¡MEN-DEZ!
NO hay
nada que hacer, lo de Méndez es crónico. En el fondo lo
envidio. Al menos él tiene una esperanza. Talvez debería
de abrir su puerta, ¿qué derecho tengo yo a retenerlo
contra su voluntad?, ¿por qué no he de darle la oportunidad
de vivir su vida como lo crea más conveniente?, ¿y si
lo matan?, ¿y si lo hieren?, ¿y si no encuentra comida?,
¿has comido raíces alguna vez Méndez?, ¿has
comido insectos?, ¿ah? ¡contéstame!, no me contestas
verdad, te quedas callado, pues yo te diré, nunca, nunca, desde
el día en que naciste has tenido que comer algo que no te gustara,
ah, ¿qué me dices a eso?, pero y si, ah ya sé,
ya sé, no, no es que. pero Méndez a ver, ¡ven!.
acerco mi dedo a la jaula y lo meto para acariciar su cabecita, dos
pequeños globos rojos supervisan la trayectoria de mi invasor
índice, ¿quieres que te cuente un cuento Méndez?,
¿quieres decirme algo?, siento sus pelitos acariciar mis yemas
y entonces destrabo la rejita que separa a Méndez del mundo real,
abro lentamente la puerta, con pena, ¿y si a lo mejor al llegar
a la puerta "Duffy" el perro labrador del vecino lo encuentra primero?,
¿pero y si a lo mejor escapa y pasa el
mejor día de su vida? Méndez rasguña con sus
pequeños dientes el contorno de mis dedos como despidiéndose.
Méndez me entiende lo sé, él sabe que quiero lo
mejor para él, pero no quiere que me preocupe. El comprende mis
contradicciones, no me guarda rencor. Yo no te doy ninguna probabilidad
de éxito Méndez no lo hagas. ¿Qué cosa?
Está bien, Méndez cerraré los ojos y contaré
hasta 10, ¿de acuerdo?, si aún no te has.
(In Memoriam
a la rata que un día fui y que una mañana apareció
muerta a los pies de mi cama)