Después
del letrero que decía "The end" siguieron los créditos de
la película y al terminar eso tenías
que salir del cine. ¡Pero no! Como no te gustó el final,
te quedaste frente a la pantalla en blanco a la espera de una conclusión
adecuada a la historia que hiciste tuya.
Pasados unos minutos en los que tu imaginación reposó en
lagunas predecibles y amorosas, empezó nuevamente el mismo largometraje
que viste con otros ojos sorprendiéndote en cada escena. ¿A
quién tratas de engañar? ¿A tu estúpida conciencia
o a nosotros?
Nosotros te queremos y si fuésemos ángeles elevaríamos
una plegaria por ti o te llevaríamos por los cielos para evitar
tu suicidio. Nosotros te queremos y si fuésemos trabajadores del
cinema, no te pasaríamos otra la vez la misma película...
esta película en donde la protagonista sufre, haces tus maletas,
llega, se pierde una hora por las calles de una gran ciudad que no conoce
y regresa más vacía que de costumbre a su polvoriento pueblo.
Pero nosotros no somos nada, ni somos nadie, somos palabras
barridas e ignoradas, somos todas esas letras que se agolpan en tu
cabeza para demostrarte que este filme ya lo habías visto, que
reacciones, que no huyas del león para ir a la cueva del oso...
pero nunca entiendes, te sientes heroína de yo no sé que
historia inexistente.
Ahora harás lo que acostumbras: irás por más palomitas
de maíz y las masticarás con ansiedad hasta que te dé
mucha sed. Después tomarás Coca-Cola light para aplacar
la conciencia y los trozos de grano desperdigados por tus encías.
Después torcerás la bolsa de papel y la pondrás bajo
el asiento. Tímidamente tratarás de comprimir el bote de
refresco con el pie procurando no tirar el último chorro tibio
y pegajoso que dejaste en el fondo.
Mina (sabemos que adoras que te digan “mina” porque añoras una
felicidad extranjera y ajena): esta película ya la has visto 6
veces y aunque te molestes, te vamos a contar cómo termina: La
chica se queda sola voltea para todas partes en medio de esa ciudad extraña
y se mete al cine.
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