Hotel de la Reunión
c/ Sidi Ifni, 1039. Madrid
De: Cruz
Bão, Miguel (habitación 5069), a D. Martín Martí Martínez, subencargado
de cocina, caprichos, comodidades para clientes y otras
penas del alma. Madrid, 15 de Agosto de un año de estos.
Estimado
maître, o lo que sea:
Quisiera
que Vd. me hiciese llegar, a mayor brevedad posible, un launch ligero
y frío a base de emparedados para una
persona; le ruego el queso no demasiado fundido ni recién cortado,
el pan tierno pero ligeramente tostado, no se me vaya con la mano;
de beber desearía agua con gas, pero que no lleve mucho, que los excesos
-ya lo sabrá Vd.- siempre son malos, ni muy fría ni a temperatura
ambiente, que es lo que mejor templa el cuerpo. También me satisfaría
un zumo de naranja, cómo no, recién exprimido y sin colar, y algún
articulito de chocolate, que un día es un día; rogaría me pongan toallas
de un color más claro y, si pudiera ser, me despierten Vds. a las
ocho de la mañana, tomaré el desayuno en la Sala Royal, café
no muy cargado y tostadas; y eso es casi todo, tan sólo añadir
que mi cama es fría y mis noches tristes desde hace tiempo, y perdone
que no use metáforas originales, pero ya sabrá usted que las penas
dan mucho que pensar y poco que inventar; quisiera también decirle
que cuento los días en función de las noches
en vela, que voy dejando un surco de tristezas y de esperanzas
partidas por toda la casa, que las paredes de esta habitación de hotel
se me vienen encima; quisiera que supiese, señor maître o lo que sea,
que me falta ella en todos los rincones de mi cuerpo, que las alegrías
son pocas y cortas, que un millón de rostros son un solo rostro en
este laberinto luminoso que es la soledad, que no hay extensión más
grande que mi herida, que por doler me duele hasta el aliento y perdone
de nuevo que no sea original; que el canto de los pájaros me inquieta,
y que mi propia voz me desorienta; atentamente, Miguel Cruz Bão, habitación
5069 del hotel de la Reunión
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