Había estado esperando por horas, por las huevas, no pareciera
que me fueran a llamar a mi, me acercaba, alzaba la mano, saltaba
sobre el sitio, gritaba pero nada, como si me hubiera vuelto invisible,
y necesitaba el trabajo, carajo, vaya
que si, la matricula de los chicos y la hipoteca. Cuando ya parecía
que el capataz no volvería a salir, ví que se formó
una cola frente a la ventanilla y que al llegar al mostrador los hombres
recibían de una amable chica un paquetito con sus medicinas y
un par de tarjetas de plástico envueltas en un sobre blanco.
Así que yo ni corto ni perezoso me puse en la cola, total, no
tenia nada que perder, a lo mejor hasta me ligaba algo, mi compadre
Jorge, el padrino de mi hijo mayor solía decir que "el que no
arriesga no gana", por eso él se murió en una apuesta,
el huevón apostó que el tren se detendría a tiempo
pero no fue así, se había tumbado en medio de los rieles
para probarlo. El era médico de profesión, sería
por eso su falta de sentido común, yo soy un especialista
en computadoras, pero ya saben, no siempre se puede encontrar trabajo
de lo que uno más desea.
Sin
embargo esto de trabajar en el transporte de carga, me parecía
emocionante, era algo totalmente distinto a lo que yo estaba acostumbrado
hasta ahora, ya no tendría que estar atado a un asiento, a los
clientes neuróticos, al café, a la electricidad, en cambio
sentiría todos los días el viento en mi cara, la velocidad,
el silencio de la noche, la carretera,
el trabajo rudo. Hace tiempo vengo tratando de agarrar este trabajo,
un ex-compañero de labores fue quien me terminó de convencer,
Peter Jensen, ingeniero industrial, dijo que había sacado bastante
punche cargando papas y camotes en Juliaca. Peter trabajó conmigo
en la empresa, antes que ésta quebrara claro. En sus buenas épocas
Peter tenía a su cargo hasta a 24 trabajadores, por eso esta
acostumbrado a trabajar en grupo, acá se trabaja en cuadrillas,
y Peter cree que podrá ser jefe de su cuadrilla en unos cuantos
meses, no ha dejado de ser ambicioso el gringo, debido a su curriculum
cualquiera hubiera pensado que entraba de frente como jefe, pero aquí
no es así de fácil, hay tiempos de servicio que hay que
respetar, además que al comienzo no se llevaba bien con la gente
porque él no hablaba bien el castellano. Algunos obreros pueden
ser muy crueles a veces con los defectos de los demás.
Ya
sólo faltan dos personas más en la cola, para que yo llegue
al mostrador, los trabajadores reciben el sobre, firman un par de recibos
que apenas leen, y en seguida se hacen a un lado para ingerir sus pastillas,
no parecen defraudados, me habían hablado muy bien de esta empresa.
Por fin mi turno, me acerco a la ventanilla con cara de asustado como
hacen todos los demás, murmuro algo inaudible como todos los
demás y a continuación estiro la mano. La secretaria
busca algo sobre el escritorio y opera su computadora a un ritmo
fabuloso, parece una autómata salida de una película de
ciencia ficción, sin perder su forzada sonrisa me pide mi nombre
y yo se lo doy. Al parecer existen algunos problemas con el sistema
pues se tarda un poco en dar conmigo, trata de permanecer imperturbable,
pero sus ojitos saltarines la delatan, mi historial ocupa varias pantallas,
en este momento debe de estar leyendo sobre mis increíbles capacidades
por encima del promedio, sorprendiéndose con mis difíciles-de-alcanzar
récords y recomendaciones, mi genética perfecta, debe
estar pensando lo contrataré, lo contrataré, lo necesitamos,
la empresa lo necesita, yo lo necesito, lo contrataré, me caso
con él, ¿cómo hemos podido sobrevivir tanto tiempo
sin él?, entonces de uno de los cajones superiores de su gaveta
saca uno de sus sobres mágicos y hace un ademan para que yo lo
tome, dudo, no dudo, lo hago, no lo hago, ¡lo hago!, todo parece
estar en orden parto mañana a las 4
y media de la mañana, debo de presentarme con zapatillas
y ropa preferentemente vieja, si no tengo una buena casaca la empresa
me proporcionará una frazada térmica, ¡no tengo!-le
digo. Ni que fuera sonso.
-De
acuerdo entonces señor. Marwick
¿Marwick?
¿quién era ese Marwick?, ¿estaba llamando al siguiente?,
¿era a mí a quien miraba?, ¿trabajaria por alguien
más?, ¿mi cheque saldria a nombre de otra persona?, la
hipoteca, los chicos, la casa, mi mujer, años 70, años
80, años 90, 2000, las pastillas, las pastillas, al menos
tenía las pastillas conmigo, qué importaba que no tuviera
el trabajo.
-¡Claro!
-¿Me alcanza su ticket por favor?
-¿Ticket?
-¿No es usted es el señor Marwick?
-¡Marwick no!
-¿Cómo se llama Ud. señor?
Entonces
le digo mi nombre y luego de revisar su pantalla
no le toma ni dos segundos dirigirme otra de sus sonrisas escuálidas
y desbaratarme diciendo que todo había sido una equivocación,
que puedo regresar en otra oportunidad, que afuera en la calle estaban
regalando plata que vaya a fijarme rápido.
-¡Pero
señorita!. ¡flaca ya pe'!
-¿Cómo?
-¡Pero flaca!, ¿Cómo? ¿No has visto mi cuerpo?,
chequea nomás (abriéndose el abrigo)
-Perdón señor pero ni la empresa (ni yo) creemos que esté
usted debidamente calificado para este trabajo.
-¿Cómo?, pero, pero oe' flaca ¿no sabes que yo
se hablar seis idiomas perfectamente?
-Perdón señor pero la empresa no cree que esté
usted debidamente calificado para este trabajo, ya se lo dije.
-¡Pero!, oe' flaca, manya, yo soy un as de la computacion, ¡yo
le he enseñado a Bill Gates todo lo que sabe!
-Perdón señor pero.¡seguridad!(apretando un botón
rojo). la empresa no cree que esté usted debidamente calificado
para este trabajo, ya se lo dije, ¿o no?.
Lo
siguiente que recuerdo es que dos mastodontes de uniforme marrón
me tenían agarrado uno a cada lado y que yo gritaba todo por
un ticket de mierda carajo, ¿en donde estamos?, ¿adonde
hemos llegado?, la casa, la casa, la hipoteca, el auto, los chicos,
¿a dónde hemos llegado?.
-¡Ya
cálmate compadre!
-¡Pero yo soy una buena persona!
-¡De todos modos arruinarías tu espalda en este trabajo!
-¡Para todos hay piedad menos para mí!
Los
vigilantes habían sido rudos conmigo pero ese era su trabajo,
me habían prometido que si me calmaba un poco se olvidarían
del incidente y podría regresar en un mes o dos como quien prueba
suerte de nuevo, que total ¿quién no tiene problemas?,
pero que uno no debe perder el control... Al final no sé quién
me alcanzó un vaso de agua, ahora estoy acá sentado en
esta silla viendo los muchachos partir, con la
mirada perdida en el horizonte, pensando si algún día
podré realizar mi sueño de viajar por todo el país
en la parte de atrás de un camión de carga. Sobre el trailer,
de pie, como si fueran surfistas de las carreteras, los que no llegaron
a ser mis compañeros me saludan sonrientes, como sacando cachita,
llevan puestos esos gorritos de papel periódico en la cabeza
para protegerse del sol, ya sus brazos y piernas empiezan a pintarse
de blanco, como el color de la harina que transportan y que espolvorea
con cada bache del camino.